ALFONSO VIII RENUNCIA A ZARAGOZA
Zaragoza,
1 de agosto de 1177, en cumplimiento de la sentencia arbitral dictada por el
rey de Inglaterra, Alfonso VIII de Castilla abandona la ciudad de Zaragoza, que
pasa a poder del rey Alfonso II de Aragón.
En esta
época, los diferentes reinos cristianos de la península Ibérica aún no habían delimitado
sus zonas de extensión territorial. Esta
situación da lugar a numerosos conflictos, ya que los castellanos pretenden expansionarse
hacia el este, los aragoneses el oeste y los navarros hacía el sur.
En 1.172 Alfonso VIII y Alfonso II se unen contra Navarra, y dejan que Enrique II de Inglaterra decida el contencioso sobre la posesión de Zaragoza.
En 1.179, el tratado de Cazorla fija las áreas de expansión de cada reino.
Tratado de Alcaraz (1243)
El tratado de Alcaraz fue un acuerdo firmado en Alcaraz hacia el 2 de abril de 1243[1] entre el infante Alfonso de Castilla —futuro Alfonso X— en calidad de representante del rey Fernando III el Santo por parte de la corona de Castilla y varios representantes de linajes señoriales musulmanes del emirato murciano.[nota 1]
El tratado
[editar]Ya hacia los comienzos de 1243 el emir de Murcia, Muhammad ibn Muhammad ibn Hud Baha al-Dawla, apremiado por la amenaza doble de la orden de Santiago y del Reino nazarí de Granada sobre su reino, había propuesto un vasallaje a Castilla, enviando como emisario a Burgos a su hijo.[4]
El tratado, que se produjo en el contexto de descomposición interna en el que se encontraba el emirato hudí de Murcia tras la muerte en 1238 de Ibn Hud al-Mutawakkil,[5] fue firmado en abril de 1243 en el Real Monasterio de Cortes de la ciudad castellana de Alcaraz[nota 2] y establecía los términos de un protectorado de Castilla en el emirato murciano: Se procedía a establecer una relación de vasallaje de los gobernantes murcianos con respecto al monarca castellano, se daría pie a la ocupación de las fortalezas del territorio por parte de las tropas castellanas, recaudando Castilla una parte de los tributos, mientras que, en contrapartida, se respetaría el culto y las propiedades de los musulmanes, permitiéndoles mantener sus gobernadores.[
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