EL
MENSAJE DEL AVE MARÍA AÑO 1.220
Apenas cuarenta
años después de su composición, el Ave María se convierte en la plegaria más
habitual entre los cristianos y a la principal invocación a la Virgen María.
Gracias a
algunas personalidades religiosas, como San Bernardo y Santo Domingo de Guzmán,
y también como consecuencia del florecimiento de la piedad popular, la devoción
mariana experimenta un auge notable.
Conviene
no olvidar que estamos en la época de los grandes predicadores itinerantes, lo
cual permite a las gentes sencillas oír con frecuencia sermones y pláticas de carácter
religioso, en las que se les exhorta huir del pecado, a ejercitarse en la virtud
y a fomentar la piedad.
Los predicadores transmiten a las multitudes congregadas en las plazas un sinfín de enseñanzas, entre otras que la Virgen María, por su condición de Madre de Dios, es la medianera universal de todas las gracias y la intercesora por excelencia ante el trono del Altísimo.
Arraiga entre los cristianos la convicción de que Dios
concede todo aquello que se le pide a través de la Virgen.
Por
entonces toma forma también el rezo del
rosario, consistente en la recitación de 150 avemarías, por afinidad con el
número de salmos del salterio. Tales avemarías se agrupan en bloques de diez
dedicados cada uno de ellos a la consideración de un pasaje evangélico de la
mano de los cistercienses, los cartujos, y los dominicos, el rezo del Rosario
se difunde con inusitada rapidez.
La antífona
Salve Regina compuesta en el siglo XI, goza asimismo del fervor popular y se
adecua perfectamente a la sensibilidad religiosa del momento.
No
resulta difícil adivinar que la expansión del culto mariano lleva implícita una
manera de entender la relación del hombre con la divinidad.
Los
cristianos del siglo XII ya no ven a Dios como juez vengador y terrible, sino
como padre misericordioso que protege a sus hijos.
Letra de la Salve Regina en latín:
Salve, Regina, Mater misericordiae;
Vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Evae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.
nobis p
Traducción al español
- Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
- Vida, dulzura y esperanza nuestra, salve.
- A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
- A ti suspiramos, gimiendo y llorando
- en este valle de lágrimas.
- Vuelve, pues, Señora, tus ojos misericordiosos a nosotros.
- Y después de este destierro,
- muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María
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