sábado, 21 de junio de 2025

MENSAJE DE LA VIRGEN MARIA

 

                 EL MENSAJE DEL AVE MARÍA AÑO 1.220

 


Apenas cuarenta años después de su composición, el Ave María se convierte en la plegaria más habitual entre los cristianos y a la principal invocación a la Virgen María.

Gracias a algunas personalidades religiosas, como San Bernardo y Santo Domingo de Guzmán, y también como consecuencia del florecimiento de la piedad popular, la devoción mariana experimenta un auge notable.

Conviene no olvidar que estamos en la época de los grandes predicadores itinerantes, lo cual permite a las gentes sencillas oír con frecuencia sermones y pláticas de carácter religioso, en las que se les exhorta huir del pecado, a ejercitarse en la virtud y a fomentar la piedad.

Los predicadores transmiten a las multitudes congregadas en las plazas un sinfín de enseñanzas, entre otras que la Virgen María, por su condición de Madre de Dios, es la medianera universal de todas las gracias y la intercesora por excelencia ante el trono del Altísimo. 

Arraiga entre los cristianos la convicción de que Dios concede todo aquello que se le pide a través de la Virgen.

Por entonces toma  forma también el rezo del rosario, consistente en la recitación de 150 avemarías, por afinidad con el número de salmos del salterio. Tales avemarías se agrupan en bloques de diez dedicados cada uno de ellos a la consideración de un pasaje evangélico de la mano de los cistercienses, los cartujos, y los dominicos, el rezo del Rosario se difunde con inusitada rapidez.

La antífona Salve Regina compuesta en el siglo XI, goza asimismo del fervor popular y se adecua perfectamente a la sensibilidad religiosa del momento.

No resulta difícil adivinar que la expansión del culto mariano lleva implícita una manera de entender la relación del hombre con la divinidad.

Los cristianos del siglo XII ya no ven a Dios como juez vengador y terrible, sino como padre misericordioso que protege a sus hijos.

           Letra de la Salve Regina en latín:

                   Salve, Regina, Mater misericordiae;

                    Vita, dulcedo et spes nostra, salve.

                    Ad te clamamus, exsules filii Evae.

               Ad te suspiramus, gementes et flentes

                         in hac lacrimarum valle.

                     Eia, ergo, advocata nostra,

                   illos tuos misericordes oculos

                                    ad nos converte.

              Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,

                O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria. 

                      nobis p

            Traducción al español

  1.              Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
  2.                 Vida, dulzura y esperanza nuestra, salve.
  3.                A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
  4.                    A ti suspiramos, gimiendo y llorando
  5.                         en este valle de lágrimas.
  6.     Vuelve, pues, Señora, tus ojos misericordiosos a nosotros.
  7.                           Y después de este destierro,
  8.                muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre

                      ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María


  1.  

              

 

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