SEMANA SANTA
AÑO 2020
Este año 2020 y con motivo de la pandemia del
coronavirus fueron suspendidos los desfiles procesionales de Semana
Santa, no obstante se conmemora la muerte y Resurrección de Jesús de
Nazaret, el hijo del carpintero, quien en su vida muchos milagros hizo, decían
que era el Mesías, el ungido el hijo y la encarnación de
Dios hecho hombre resucitando al tercer día después de su muerte.
Salían
los cofrades en filas interminables vestidos con
túnicas de diversos colores dependiendo siempre de la Hermandad o Cofradía a que
pertenecieran, los nazarenos iban caminando con lentitud
parsimoniosa y en silencio sepulcral, a los mayordomos les corresponde ir en el centro y con libertad de movimiento sobre todo para mantener el orden en la formación al objeto que el cortejo procesional guarde silencio y la
debida simetría en su formación.
Un fúnebre redoble de tambor invita al silencio
callejero, los nazarenos llevan la cara cubierta mediante capirotes, caperuzas
o capuces portando unas veces velas encendidas, otras como
signo de penitencia cargan sobre sus hombros enormes y pesadas cruces de madera
que casi les arrastra por el suelo, otras portan grandes velones
encendidos.
Los grupos de
costaleros llevan a hombros el paso o el trono
tallado en madera policromada dorada con pan de oro, lugar donde van colocadas las
imágenes cuál si fueran estatuas pétreas diseñadas por grandes maestros
escultores que van desde la época del renacimiento y barroco hasta nuestros
días; la nómina de escultores podría ser interminable según los siglos
siendo muy destacados, Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa y
Salzillo de la escuela murciana, que destacan en el arte y manejo de la gubia.
Las imágenes reflejan en sus rostros tristeza,
dolor y amargura por la muerte del Mesías.
El
paso va exornado con bellísimos conjuntos de juegos florales que
realza su belleza, en la parte de abajo van los costaleros
sosteniendo sobre los hombros la
pesada carga del paso, estos a la voz del capataz que dirige la
procesión obedecen al unísono, dándole al paso o trono
tan rítmico movimiento que con todo verismo da la sensación de
parecer hacer andar
a las imágenes por propia voluntad, todo se realiza bajo
un silencio sepulcral y con gran con solemnidad.
La muchedumbre se apiña en las calles para
ver con devoción el procesional desfile, las ventanas y balcones de
las casas se colman de fervientes observadores quienes suelen echar
una lluvia de pétalos de frescas rosas sobre las imágenes al paso.
A veces y de forma espontánea se
escucha algún cante saetero de buen timbre acústico para regalo al
oído de los oyentes, estos cantes tienen tono quejumbroso, lastimero y
desgarrador, al momento de iniciarse el cante, el paso y su procesional cortejo
se detiene hasta finalizar la interpretación canora la cual es premiada con un
atronador y respetuoso aplauso.
Esta copla o cante para quien lo prefiera
requiere notas tonos y semitonos muy difíciles de interpretar, pasando a velocidad de
vértigo de los tonos muy agudos a los graves, siendo necesario tener
cualidades muy especiales para ese difícil arte de interpretación canora, sin
perjuicio de requerir otros muchos valores que exige dominar la
importante técnica de la respiración adecuada en cada momento, especialmente en evitación del imprevisto ahogo por falta de
aire en los pulmones o la vulgar y desagrdable desafinación.
La saeta por antonomasia es el genuino cante andaluz de Semana Santa, ello contribuye notablemente a exaltar la devoción y penitencia del fervoroso público asistente, al finalizar su interpretación, el procesional desfile continúa su silente marcha.
La saeta por antonomasia es el genuino cante andaluz de Semana Santa, ello contribuye notablemente a exaltar la devoción y penitencia del fervoroso público asistente, al finalizar su interpretación, el procesional desfile continúa su silente marcha.
Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Como colofón de este desfile procesional va una
banda de música quienes interpretan sonatas y marchas que invitan al
recogimiento, a la oración y al silencio, detrás les seguirán todo un río de
fieles y devotos de la Cofradía, también algunas veces acompañan las autoridades
más significativas e importantes de la ciudad