viernes, 28 de octubre de 2022

TEATRO ROMEA DE MURCIA AÑO 1929 ESTRENO ZARZUELA LA PARRANDA

                     


                 Expectación en el Teatro Romea de Murcia 

Terminaba el mes de febrero de 1929 cuando Murcia vivió uno de sus acontecimientos más esperados, fue la primera función de LA PARRANDA, zarzuela de los  maestros Ardavín y Alonso, siendo esta la crónica del estreno.


Artistas de lujo sobre el escenario Marcos Redondo cantó con verdadero gusto y compartió su éxito junto a Victoria Racionero, Trini Avelli y los señores Palacios, Marcén y Arias.


Un Teatro Romea hasta la bandera fue testigo del estreno de esta zarzuela, familia Alonso, escuchamos palabras que nuestros huertanos no pronunciaron porque son demasiado pulidas, digámoslo así.

Con la expectación que, desde hace ya tiempo, hay en esta capital, se celebró anoche el estreno de la zarzuela “La Parranda”, original del maestro Luis Fernández Ardavín y el maestro Alonso.

Cualquiera que sea el juicio crítico que la obra nos haya sugerido, nosotros, la región ha de guardar, a los señores Alonso y Ardavín una gratitud evidente.

Un homenaje que se lleve a cabo, un acto de reconocimiento que se les tribute en su honor, tiene su procedencia indudable ya lo hemos dicho, la gratitud, pues, la merece, y muy cumplida, el que uno y otro hayan puesto a servicio del alma y de la vida de la huerta de Murcia, de tradiciones recias y de personalidad regional tan firme, suya y delimitada como la primera de las españolas, la fuente brillantísimas de sus aspiraciones.

De la Redacción de este periódico, precisamente ha salido la primera llamada, días atrás, en aquel sentido, y desde luego, en orden espiritual es lo menos que puede hacerse en obsequio del ilustre literato y del excelente músico.

Sentado el principio de que la manera de ser y de decir nuestros huertanos  no es con facilidad asequible al primer intento de captación, por muy relevantes que sean las cualidades de literato y escenificador de un dramaturgo y las musicales de un maestro, La Parranda constituye hasta cierto punto el logro de la finalidad perseguida por sus autores.

La obra entró en el público desde los primeros instantes y fue seguida su curso con interés y con cariño. Con que esto se haya conseguido en Murcia deben darse por muy satisfechos de su trabajo Ardavín y Alonso.

El verso está hecho con mano maestra, la mano del poeta: verso de altura, sonoro, de nervio, verso que arrancó en más de una ocasión el aplauso entusiasta del consorcio; y el argumento, que en una zarzuela es en cierto modo lo menos importante, está suficientemente bien tramado para que la atención del público no decaiga.

No debe, sin embargo pasarse por alto que el diálogo en más de una ocasión está fuera de ambiente: esto es, anoche escuchamos palabras que nuestros huertanos no pronuncian porque son demasiado pulidas, digámoslo así.

¡Ah! Si Ardavín hubiese buscado colaboración de algún literato regional, el éxito hubiese sido completo, absoluto.

Nótese que hablamos de la pureza panocha del lenguaje, no de la versificación que nos pareció de factura inmejorable.

El maestro Alonso, que conoce los resortes de su trabajo y que sabe trabajar con honradez y con conciencia, ha hecho una partitura clara, sin dificultades, amena que, en general, agrada y gusta, y en particular, por la que algunos números afecta implica un acierto indiscutible el himno a Murcia, la canción del platero, el coro de las solteras del segundo acto, todos ellos repetidos tres veces y ganas de más, son prueba de ello.

No es posible en la premura de la última hora en que estas líneas se redactan una detención más minuciosa. En suma puede decirse que La Parranda gustó, y que los lunares que pueda acusar se hallan compensados con otras bondades que cuentan en su haber.

Lástima que los autores no hayan podido venir al estreno para recoger desde el palco escénico anoche los testimonios de cálida simpatía que se le hubiese tributado.


El barítono Marcos Redondo cantó La Parranda con verdadero gusto, poniendo sus cinco sentidos y obteniendo, por lo tanto, un éxito acabado que compartió con Victoriano Racionero, Trini Avelli y los señores Palacios, Marcén y Arias por no citar sino a los principales.



Las parejas de baile, hermanos Palacios, interpretaron magníficamente La Parranda.

Todos los artistas, sin excepción, coadyuvaron al mejor suceso de la obra, la cual presentó con un buen decorado. El vestuario ha debido atraerse a Murcia (justo es decirlo) más completo.

Ni que decir tiene que en  taquilla no quedó ni una hojita de papel.

Al dar comienzo  la representación, un actor de la Compañía leyó un telegrama de los señores Fernández Ardavín y Alonso, en el que se lamentaban de no haber podido estar en Murcia ayer, y con frases de elogio para esta tierra, enviaban un saludo sentido y cordial.

         La lectura del telegrama fue subrayada con una ovación



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