domingo, 28 de septiembre de 2025

LA TROVA INVENTA LA CORTESÍA Y EL AMOR






El nombre trovador surge en el siglo XI para designar al poeta más culto, en contraposición con el juglar. En Castilla la nueva documentación se documenta 80 años más tarde que la voz juglar con la firma de cierto <<Gómez trovador que aparee como testigo en un documento de un Monasterio de Aguilar de Campoo (Palencia) en 1197.

En principio el trovador no canta para ganarse la vida y, aunque sea pobre siempre es poeta de las clases cultas,

Muchos caballeros de la más elevada posición social buscan además, en el ejercicio de la poesía y de la música la plenitud de sus cualidades caballerescas.


La poesía caballeresca tiene dos manifestaciones principales canciones de amor y canciones de mujer. En las primeras el amante se dirige a una mujer de posición social superior a la que se somete, equiparándose la mujer al señor social y el trovador al vasallo. En las canciones la mujer, los versos se ponen en boca de una joven sencilla que lucha contra los obstáculos que se oponen a su amor. Esta poesía tiene su correspondencia en Galicia donde quizá por las peregrinaciones a Santiago de Compostela, surge antes que en Castilla, una escuela de lirismo cortés en gallego.




Se pueden distinguir tres géneros, cántigas de amigo de amor cantigas de maldecir. En las primeras una mujer canta a su amor sola o haciendo confidencias a su madre o hermas. Muy influida por la lírica provenzal, en las de amor el poeta se queja de la ausencia o desamor de su dama.


Las últimas son muy semejantes por su causticidad satírica. La poesía de los trovadores no es anónima se conocen los nombres de casi quinientos de los siglos XII y XIII. Son bien acogidos en la corte de Alfonso VIII de Castilla y, sobre todo en la corte castellano aragonesa, desde el reinado de Ramón Berenguer IV, destacan Marcabrú, Bernat de Ventador, Folquet de Marsella, Elies Cairel, Gueran de Cabrera, Guillem de Bergueda etc.





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