En la
provincia de Ávila entre las poblaciones de Cebreros y Cadalso se encuentra el
lugar llamado Guisando, en aquellos campos hay cuatro berroqueñas toros en granito
de época de Sertorio (100 años a.C). que los antepasados carpetovetónicos adoraban como divinidades protectoras del ganado
En el número 86 de la Revista Historia 16, .año VIII trata de este tema sobre los Toros de Guisando, y en el artículo de Antonio Blanco Freijeiro, nos cuenta literalmente que, el primero de los toros, el del extremo norte, pese a ser el más desgastado por la erosión conserva en su flanco derecho una inscripción latina de grandes letras redondas, sólo bien visible con iluminación artificial, o a la luz del sol poniente de los días más largos del año y abunda que el toro fue mandado hacer por un cierto personaje llamado Longinos en memoria de su padre, Prisco Calaetio (LONGINUS PRISCO CALAETIO PATRI) V (uravit).
El rótulo tiene aspecto de ser muy antiguo dentro de la romanidad, tanto por la letra como por omitir la referencia a los dioses Manes, a los que los romanos más viejos tenían tal miedo que ni siquiera lo mentaban, al parecer estos dioses estaban dedicados al mes de febrero, siendo los espíritus de los antepasados los encargados de velar las tumbas y proteger a vivos y muertos, existe otra leyenda algo más convincente en esa mitología romana, ya que los Manes también eran unos dioses domésticos y familiares de los espíritu de los difuntos antepasados y protectores del hogar/lar.
En este
lugar y en el año 1468 se firmó el Tratado de Guisando entre Enrique IV de Castilla y su hermanastra Isabel I, la futura reina de Castilla, más conocida como Isabel la Católica.
Mediante este pacto, Isabel era proclamada princesa de Asturias y heredera legítima al del trono de Castilla
Por este
pacto, Isabel era proclamada princesa de Asturias y heredera legitima al del trono
de Castilla