MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (1547-1616).
Un joven poeta de veintiún años, discípulo de López de Hoyos, tuvo un duelo a espada con el maestro de obras Antonio Sigura, y lo hirió.
Para escapar de la justicia del Rey se introdujo en el séquito del Cardenal Acquaviva que salía de Madrid para Nápoles
Así dieron
comienzo las aventuras de Miguel de Cervantes, que lo llevaron a la cabeza de
las letras hispanas, pero que también, y menos conocido, hicieron de él un
héroe ejemplar tanto en la victoria como en el infortunio. Si lo que cuenta el
cautivo de Argel en el Quijote es autobiográfico, como parece ser que, Cervantes
escribió de sí mismo.
Alcancé a ser alférez de un famoso capitán de
Guadalajara llamado Diego de Urbina, y al cabo de algún tiempo que llegué a Flandes,
se tuvo nuevas de la liga que la Santidad del Papa Pio Quinto, de feliz
recordación, había hecho con Venecia y con España, contra el enemigo común, que
es el famoso turco. El cual en aquel mismo tiempo había ganado con su armada la
famosa isla de Chipre, que estaba del dominio de venecianos.
Supuse ser cierto que venía para general de esta
liga el serenísimo don Juan de Austria, hermano natural de nuestro rey don
Felipe II, se divulgó el grandísimo aparato de guerra que se hacía, todo lo cual me incitó y conmovió el ánimo y
el deseo de verme en la jornada que se esperaba.
Digo en fin, que yo me hallé en aquella felicísima
jornada… y aquel día, que fue para la cristiandad tan dichoso, porque en él se desengañó
el mundo y todas las naciones del error en que estaban creyendo que los turcos eran
invencibles por el mar, aquel día, digo,
donde quedó el orgullo y soberbia otomana quebrantada, entre tantos venturosos
como allí hubo (porque más ventura tuvieron los cristianos que allí murieron
que los vivos y vencedores quedaron), yo solo fui el desdichado, en cambio de lo que pudiera esperar, si fuera
en los romanos siglos, alguna naval corona, me vi aquella noche que siguió atan
famosa día con cadenas a los pies y esposas a las manos (Quijote, 39).
Cervantes estuvo en Lepanto con la compañía de
Urbina en la galera La Marquesa y aunque enfermo y con fiebres insistió en pelear
y estuvo en primera línea constantemente , En las galeras combatía desde la
proa , con los pies sobre un tabladillo
cada vez más estrecho llamado arrumbada, para abrirse camino con la espada
a la proa de la galera enemiga .
No es extraño que el día de Lepanto recibiera
tres disparos de arcabuz, dos en el pecho y uno en la mano izquierda que se la dejó inútil para toda la vida, pero
Cervantes no se retiró del ejército a causa de los heridas, sino que siguió en
activo como soldado aventajado, es decir hombre que tenía un complemento de
sueldo por haberse distinguido en la batalla. Cervantes dejó la compañía de Urbina y pasó a
la Ponce de León, con quien estuvo en las conquistas de la Isla de Navarino
(Navarin), Túnez, La Goleta, y Corfú. Durante los inviernos de estos años, el Tercio de Cervantes estuvo de guarnición en Sicilia,
Cerdeña y Nápoles.
En 1575 pidió y obtuvo licencia, que le concedió
don Juan de Austria con palabras elogiosas. Salió para España llevando entre
sus papeles de servicios las cartas de Don Juan de Austria y del
Duque de Sessa, descendiente directo del Gran Capitán Fernando Fernández de
Córdoba, probablemente acudía a la Corte
con la esperanza de obtener patente de
capitán y conducta para levantar una compañía.
Una tormenta dispersó las naves de la flotilla cerca de la costa catalana, y el barco que
venía Cervantes fue apresado por los
piratas de Argel.
Los papeles elogiosos que llevaba hicieron subir el rescate de Cervantes, los piratas
pusieron un alto precio a aquel valiente soldado, nada menos que quinientos ducados,
más de dos kilos de oro. Era una suma imposible de reunir pero que tuvo la
virtud de proteger a Miguel de
Cervantes, y convertido en posesión valiosa
que había que guardar con esmero.
Cervantes fue durante cinco años adalid de los
miles de cristianos presos en Argel,
treinta mil solo en aquella ciudad, se escapó en 1576 a la cabeza de un puñado
de españoles para llegar a Orán, que era plaza española, pero los argelinos los
capturaron, les pusieron hierros y empalaron al guía.
Al año siguiente se escapó nuevamente y estuvo
escondido cinco meses en una cueva hasta que un renegado le traicionó.
En 1578 organizó una sublevación de cautivos y
escribió al general español de la fortaleza de Orán animándolo a que atacara Argel, que ellos se sublevarían,
no obstante la carta fue interceptada y a él lo castigaron a dos mil azotes,
pero que no se los llegaron a dar al ser un prisionero de mucha valía.
En 1579 organizó una nueva fuga de sesenta
españoles en una fragata; de nuevo los traicionó un renegado. Esta vez el Bajá
decidió enviarlo a Constantinopla, donde se encarcelaban los cautivos
principales y de donde no había escapado ninguno, pero antes de embarcar llegó
el rescate de manos de los sacerdotes trinitarios, que llegaron a reunir los quinientos ducados.
El 27 de octubre de 1580 el soldado Cervantes
llegó a España y se presentó al Rey que
lo envió a Orán como agente secreto, siendo la última misión que tuvo como soldado, tenía treinta y tres
años.
A partir de entonces su vida, siempre agitada y
con poca suerte se desarrolló en España, entre la república de las letras y la
búsqueda de un empleo para poder sobrevivir. El año 1584 fue grande para
Cervantes, pues ese año tuvo a su hija Isabel, consuelo de su vejez, se casó en
Esquivias con otra mujer distinta de la
madre de su hija.
A
mediados de septiembre de 1584, Catalina, soltera, de edad de 18 años, conoció
a Miguel de Cervantes cuando
este acudió a la residencia de Juana Gaitán, viuda de Pedro Laínez, amigo de
Cervantes, con la intención de recoger un poemario, "el Cancionero",
del que era autor su amigo difunto, y publicarlo. Para ello, el día 22 de
septiembre de dicho año, sábado, Juana Gaitán firmó un poder en favor de Miguel
de Cervantes, en presencia del procurador Ortega Rosa, llegado de Madrid
expresamente para este acto.
Durante este periodo, Juana Gaitán
presentó a Catalina, al futuro autor de Don Quijote. Tres meses más tarde,
Cervantes y Catalina se desposaron en la Parroquia de Santa María de la
Asunción del lugar de Esquivias, aunque no se celebraron sus velaciones, de
conformidad a lo contemplado en el Concilio de Trento.
En lo sucesivo la vida de Cervantes estuvo relacionada entre Esquivias pueblo de su mujer Toledo, Sevilla y Madrid.
Trabajó
para el comisario encargado de copiar
los abastecimientos para la Armada Invencible, lo que le costó dos excomuniones
por requisar el trigo de unos eclesiásticos, en Castro del Río (Córdoba) fueron
las autoridades locales las que lo encerraron, el que requisaba el trigo no caída bien
a nadie.
Más
adelante se ocupó como recaudador de impuestos de cobrar tributos atrasados, cuando la
quiebra del banquero que le guardaba los ingresos lo llevó a la cárcel hasta
que se aclaró su inocencia..
En
total Cervantes estuvo encerrado cinco años en Argel y otra media docena de
veces en cárceles españolas. Fruto de estos
viajes y de sus forzosas estancias
en la cárcel fue el Quijote, que publicó en 1605 y que enseguida se convirtió en
acontecimiento mundial. Se trasladó a vivir cerca de su impresor Tenía cerca de sesenta años.
Hizo
como Lope de Vega con quien tan duras
palabras se había cruzado, e ingresó en la Cofradía del Santísimo Sacramento y en la Orden
Tercera de San Francisco, dos asociaciones de laicos que querían mejorar su vida espiritual.
No dejó de escribir, tenía sesenta y seis años cumplidos cuando publicó el Teatro y Las Novelas Ejemplares.
En
1605, el año antes de su muerte, publicó la segunda parte del Quijote.
Cuatro
días antes de morir el diecinueve de abril de 1616 escribió la sobrecogedora
dedicatoria de Persales y Segismundo.
Murió
el veintidós de abril; Shakespeare había muerto diez días antes, pero como los
ingleses aún el viejo calendario, suele leerse
que murieron el mismo día. No es verdad, pero casi cierto
No hay comentarios:
Publicar un comentario