martes, 4 de febrero de 2025

RECORTES Y REBUSCOS VASCONIA ESPAÑOLÍSIMA

      

                                           


GLOSA A UN LIBRO SERENO Y PROFUNDO 

Comienza la glosa de  D. Maximiano García Venero, respecto al libro  llamado VASCONIA ESPAÑOLÍSIMA, Sic. "Ha transcurrido el tiempo desde que apareció el libro que escribió  Zacarías  de Vizcarra y Arana, es oportuno y saludable para la convivencia española divulgar otra vez el sentimiento y la dialéctica de aquel sacerdote vasco, cuya vida fue ejemplar; por la fe y por las obras. 

Ambos se manifestaron  también en el ejercicio de la ciudadanía en su más noble y amplía acepción; tarea  intelectual  y servicio a la Patria, misión civil en pro de la solidaridad  hispana.

Monseñor Vizcarra fue un vasco ecunémico (que se extiende a todo el orbe) y cumplió, a lo largo de muchos lustros, el destino de su estirpe católica

Había nacido en el Duranguesado de Abadiano en  1879,  cuya ciudad es más antigua que Bilbao y Guernica –La Merindad duranguesa  quedó incorporada al Señorío de Vizcaya en el siglo XV, y por entonces tenía el más elevado censo de población de la provincia.

La formación sacerdotal se desarrolló  junto al mar Cantábrico, en la recién creada Universidad Pontificia de Comillas, que sería regida, a perpetuidad según designio de su fundador don Claudio López Brú,  segundo Marqués de Comillas  por la Compañía de Jesús.

Allí se doctoró en Filosofía, Teología y Derecho Canónico, y el 31 de marzo de 1906 fue ordenado sacerdote. Tenía el don de lenguas, facilitado por la rigurosa preparación humanística.

Leía y hablaba los esenciales idiomas de la cultura europea, aprendió lenguajes indígenas de América y dominaba las variantes máximas del vasco.

Al abandonar Vizcarra la Universidad Pontificia de Comillas, un jesuita del Padre Ayala, de raíz vasca, ponía los cimientos de la Acción Católica Nacional de Propagandistas -1909- como la Acción Católica -1912-está nutrida por muchos hombres vascos y cántabros.

No se reunieron sòlo para una tarea de culto, sino con el fin de cumplir misiones civiles de gran vastedad.

El historiógrafo que pretende ahondar en la vida española del tiempo contemporáneo, tendrá que referirse exactamente, a la Acción Católica, como a los movimientos del proletariado.

Uno de aquellos vascos adscritos a  la obra del P. Ayala era el durangués Zacarías de Vizcarra y Arana quien extendió que él área de la misión debía extenderse a la América hispana.

Su centro sería por espacio de un cuarto de siglo, la República  de Argentina en los años diez y veinte, la afluencia de emigrantes europeos al Plata produjo una acumulación de etnias, creencias morales y religiosas y lenguas, que constituía un auténtico magma.

No faltaron, por cierto, elementos que provenían de Asia Menor. Tendrían que transcurrir un par de generaciones para que el aluvión fuera asimilado por el idioma y el espíritu esencial y funcional de Argentina.


Vizcarra demostró gran lucidez  al elegir esa tarea, tanto religiosa como civil. Existían por lo demás, en Argentina como en Uruguay, fuertes corrientes de ideologías desnaturalizadoras  del espíritu nacional..

El Plata fue, durante largos años, la tierra prometida para los ácratas europeos. El objetivo del autor de este libro, consistió en mantener sobremanera, el espíritu de solidaridad nacional de los emigrantes españoles y su armoniosa convivencia con los argentinos de origen.

Así nació en la mente del sacerdote vizcaíno, el concepto de hispanidad, cuya progenie adjudicó a Aurelio Prudencio, el gran poeta hispano. Lo lanzó Vizcarra oralmente, y aún por medio de artículos periodísticos.



Quiso el destino que el Gobierno presidido por el General Primo de Rivera, enviase a Ramiro de Maeztu, como Embajador, a la República de Argentina. 

En esos años veinte, el sacerdote había logrado aceptables resultados en su tarea de reunificar a los emigrantes españoles – demasiado dispersos, aunque muy aptos por lo general, a través de sus centros regionales en las tareas asistenciales y mutualistas - no para que constituyesen un cuantioso clan al margen del pueblo argentino de origen, más para defender el idioma común, nexo nacional hispano superior, opinaba Vizcarra, a los localismos y a las diferencias de opinión política. No encuentro rastro en el pensamiento de éste español, ni en su obra, de cualquier proclividad a lo constantiniano.

En su defensa de la hispanidad  señala Maeztu la aportación de Vizcarra a la que en plazo corto, vería divulgado  por el orbe de habla española. Es notable que el sugeridor y el divulgador y defensor sean vascos, y de la misma generación.


Y que ambos estuvieran separados- obra de concepciones ontológicas distintas – por espacio de lustros. El internacionalismo a escala planetaria que Maeztu había sostenido evolucionó en la mente del escritor alavés al internacionalismo hispánico, antirracista como aquel.

Durante los años azaroso 1931-1936 de la vida española; Vizcarra trabajó en España, tareas católicas impartidas a todos los puntos cardinales. Más tarde terminada la contienda española, siguió trabajando con brío, hasta su muerte, acaecida en Madrid el año 1963

El libro  fue elaborado en  aquellos años  dramáticos de la guerra de España, y apareció en 1939, en los umbrales de la que asolaría el mundo- El autor sentíase herido en lo más entrañable de su sentimiento de español vasco, por los acontecimientos de Euskalerria .

Pero su libro es sereno, agudo y  profundo basta leer su clarísima apología de la lengua vasca que hace el autor, y su posición neta, ante lo que Salvador de Madariaga ha llamado idioma franco siendo en opinión de filólogos y lingüistas de jerarquía científica mundial, una creación conjunta de cántabros y de  vascones.

La coincidencia de Vizcarra con Menéndez Pidal parece absoluta. El maestro dijo, ante un auditorio vasco, en Bilbao,  tenéis la fortuna de que vuestro pueblo sea depositario de las reliquias más venerables, más admiradas y codiciadas universalmente,  no hay otra que tenga la importancia de esta lengua, sin cuyo estudio profundo jamás podrán ser revelados de todos los fundamentos y los primitivos derroteros de la civilización peninsular, ni podré ésta ser esencialmente comprendida. 



Dos de las provincias de Vasconia, la heroica Navarra y la intrépida Álava, estuvieron desde el primer momento, a las çordenes del General Mola, en la vanguardia de la Cruzada de Española.

En lo que se trata de lograr con estas modestas líneas  destinadas a demostrar que Vasconia eminentemente española, desde que existe historia en el mundo.

Creemos que con ello servimos simultáneamente a España y a Vasconia, fomentando la unión y la estima  mutua ante todos los españoles, que Dios Nuestro Señor, nos llene de amor infinito y Unidad perfecta y bendiga estas líneas para crear sentimientos de Amor Mutuo. 

Por la naturaleza del  libro  y por el fin de concordia patriótica se debe prescindir de todo aquello que pertenece al campo incierto de las disputas científicas, por interesantes que sean para el futuro progreso de la historia. 

Por ello prescindimos de la espinosa cuestión de los primeros pobladores de España que trae divididos a los más concienzudos historiadores, como puede verse en el imparcial resumen que nos ofrece nuestra historia.

Otros muchos historiadores defienden, con acopio de argumentos que los primitivos habitantes de España fueron los Iberos, y que el pueblo vasco es el último resto del pueblo ibero.

Disienten con respecto a los vascos, los celtas aunque otros, comparando la  lengua vasca con las demás lenguas célticas conocidas de Francia e Inglaterra, declaran que esta opinión carece de toda base sólida.

Otros quieren conciliar las opiniones de Iberistas y Ligures, diciendo que ambas denominaciones se refieren a un pueblo único.

En efecto Antíoco Siracusano, citado por Dionisio de Halicarnaso, sostiene que iberos, ausones y ligures eran el mismo pueblo; explicando esta afirmación de  la existencia remota de un gran imperio ibero-líbico-ligur que dominó ambas hesperias, las islas y la costa africana.

De todo esto y de mucho más que se podría alegar para confirmar las oscuridades e incertidumbres en  que se debaten los autores acerca de los primeros pobladores de España, se deduce que nada cierto se puede afirmar todavía sobre esta interesante cuestión y que es necesario esperar a que la ciencia histórica progrese un poco más en este punto.

No nos proporciona tampoco luces hasta ahora, la ciencia prehistórica, a pesar de los preciosos descubrimientos. Es necesario seguir desenterrando fósiles y monumentos; con la esperanza de que algún día se podrá aclarar un poco más el misterio de los primeros pobladores de Vasconia y de España.

Uno de los escritores que se han dedicado con mayor interés al esclarecimiento de la Prehistoria Vasca. D. José Miguel de Barandiaran, escribe estas palabras en la página 10 de su obra:   El hombre Primitivo   en el País Vasco. Numerosos son los problemas que plantea la Prehistoria Vasca. 

Es  ésta una  ciencia que aún   se halla en los primeros estudios  de su formación. Con todo, hemos propuesto muestras soluciones. Muchas de ellas tienen, desde luego, un valor puramente provisional e hipotético, por consiguiente en ninguna parte hay una base sólida para adelantar afirmaciones acerca de los primeros pobladores de España, digamos humildemente que no sabemos nada de cierto sobre esa interesante cuestión.  

A fin de darnos cuenta de las razones en que se apoyaban los antiguos historiadores de España, para afirmar casi unánimemente que los primeros pobladores de España fueron los íberos hijos de Túbal, nieto de Noé, conviene recordar que la fuente común de donde sacaron esta noticia es la obra del historiador judío Flavio Josef, titulada Antigüedades Judaicas, donde según la tradición latina, hecha en el siglo IV por Rufino de Aquileya, dice (Tobel fue el fundador de Tobelos, que en nuestros tiempos son los íberos y españoles, de los cuales recibieron su nombre los celtíberos, aunque algunos sospechan que se trata de los italianos.

Fundados en estos y otros parecidos, que en el último término precedan del texto de Josefo, tal como lo expone su traductor Rufino, afirmaron la mayor parte de los historiadores clásicos que los primitivos pobladores de España fueron los hijos de Túbal denominados Íberos, pero nada de estos se puede probar, parece, en efecto, que hubo en España bastantes anteriores a los que la historia conoce con el nombre de iberos.

Lo que no admite duda alguna es que los vascos no pertenecen a ninguno de los pueblos establecidos en la Península Ibérica durante los siglos históricos; porque ni son  fenicios, ni griegos, ni cartagineses, ni romanos, ni mucho menos descendientes de de pueblos que hayan invadido a España después de la dominación romana,

Son indudablemente representantes de tribus españolas anteriores a los tiempos históricos, ya se los califique como iberos, celtas, ligures o como clanes de filiación desconocida. Son en una palabra, descendientes de indígenas prehistóricos de España, con la singularidad de que los demás indígenas prehistóricos de España se dejaron absorber sucesivamente por los fenicios, griegos, cartagineses, romanos, godos, suevos, árabes etc. mientras que los indígenas vascos, por circunstancias fueron más impenetrables a la influencia de todos los invasores extranjeros, conservando por esto las características esenciales de los indígenas españoles y hasta la única de las lenguas indígenas de España que  había  en el mundo.

Para decir a alguien que los vascos no son exclusivamente españoles, porque  también hay vascos en Francia,  en la actual vasconia francesa pero es una colonia española fundada en la Edad Media por vascos de España, que pasaron los Pirineos, conquistaron el territorio de la Novempopulania y lograron que Dagoberto I les reconociese el dominio pacífico de la región conquistada.

.  Prescindiendo de si hubo vascos en Francia en los tiempos prehistóricos, los cierto es que no aparecen  rastros de ellos en los tiempos históricos, hasta que se trasladaron a Francia los vascos de España, que iniciaron, con la fundación de la Vasconia  francesa, una serie de colonizaciones que han conservado a España en Madre Patria de veinte naciones.

Podemos pues, afirmar sin género de dudas, que los vascos son representantes genuinos de los indígenas de España, ya sea que se  les tenga por ligures, por íberos, por celtas o por mezcla prehistórica de todas estas razas, que San Ignacio patrono celestial de las provincias  vascas sirva de modelo a sus protegidos, y a todos los españoles en el cumplmiento de los deberes que nos impone la virtud cristiana de piedad patriótica.













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