viernes, 11 de julio de 2025

LOS ALMOHADES Y SUS INVASIONES

 

CRUZADA CONTRA LOS ALMOHADES

 


Febrero de 1212. Ya empiezan llegar a Castilla con sus respectivas huestes los primeros caballeros  ultramontanos que han decidido participar en la cruzada convocada contra los almohades.

El contingente almohade que constituido por casi 300.000 soldados se ha reunido en Sevilla en 1211 y se ha formado en respuesta a la llamada lanzada en 1209 por al- Nasir declarando la guerra santa en todas sus tierras,

La amenaza almohade de una guerra santa asusta sobremanera a los reinos  cristianos de la Península, que no hacen nada para evitarla en un principio,

Cuando en septiembre de 1211 cae en poder almohade la fortaleza de Salvatierra, situada en Calzada de Calatrava provincia de Ciudad Real, que estaba defendida por la orden de Calatrava, el peligro parece patente.

El monarca castellano Alfonso VIII, aprovecha hábilmente el miedo creado por los almohades, pidiendo al Papa que expida una bula decretando una cruzada contra los almohades en la península Ibérica con igual indulgencia plenaria que las Cruzadas de Tierra Santa. El Papa Inocencio III concede a Alfonso VIII tales condiciones y se prevé la ofensiva cristiana para el verano de 1212.

La llamada a la  cruzada se extiende por toda Europa, atrayendo la atención ante la posibilidad de conseguir indulgencia plenaria sin abandonar el continente.

Además para asegurar la buena organización de la campaña, Inocencio III ordena guardar tregua a todo el que tenga cuestiones pendientes con el rey castellano, bajo amenaza de excomunión. Los emisarios castellanos se dirigen a todas las cortes europeas, llevando las condiciones de la cruzada, así como la promesa de Alfonso VIII de pagar sueldo y avituallamiento a los caballeros que acuden a la península y a las tropas que les acompañen.

 


Como lugar de reunión se fijó la ciudad de Toledo,  siendo el 31 de mayo de 1212 el último día de plazo para acudir a la cita. Mientras no llega a Toledo el rey castellano,  los cruzados se encuentran a las órdenes del Arzobispo de la ciudad toledana.

Rodrigo Jiménez de Rada que se convierte también en historiador del magno acontecimiento.

Los primeros extranjeros en llegar son los franceses que llegaron en febrero de 1212, con figuras como los arzobispos de Narbona y Burdeos y el obispo de Nantes. Los franceses agrupan a 2,000 caballeros con sus pajes de lanza, 10.000  soldados de a caballo 50.000 peones, A estos se unen luego las escasas huestes del navarro Sancho VII  los 60.000 castellanos y los 50.000 aragoneses aportados por Pedro II el Católico que ha de correr para poder acudir a tiempo.

Mientras se espera poner en marcha la cruzada, los soldados ultramontanos inician sus primeros hechos de armas por su cuenta, tomando como objetivo  la comunidad judía de Toledo. Algo anormal en las cruzadas, los soldados pero que no es comprendido por la mentalidad peninsular, que pone fin a tal desmán, gracias a la intervención de Pedro el Católico, que ha de correr para llegar a tiempo.


Mientras se espera poner en marcha la cruzada, los soldados ultramontanos inician sus primeros hechos de armas por su cuenta  tomando como objetico la comunidad judía de Toledo poniendo fin a estos desmanes Pedro el Católico y Alfonso VIII.

Por fin en el mes de junio se inicia la campaña. Tras la toma de Calatrava y Malagón, ya a principios de julio, los cruzados ultramontanos abandonan la cruzada según dicen obligados por el calor sofocante y la sed. A esto habría que añadir el poco botín que se consigue  en las conquistas y el que no se permite pasar a cuchillo a todos los musulmanes derrotaos, antigua tradición cruzada que no guarda que no guarda elación con la norma general seguida en toda la reconquista.

Gracias a esta deserción, todo el honor y todas las indulgencias prometidas por el Papa Inocencio III que se consiguen tras la posterior Batalla de las Navas de Tolosa (16-7-1.212), quedan en manos hispanas.


 

 

 

 

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