LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA
Navas de
Tolosa, 16 de julio de 1212. Las tropas cristianas vencen a los almohades cerca
de la población jienense de las Navas de Tolosa, gracias a la unión de las
fuerzas de Castilla, Aragón y Navarra.
El 21 de
junio parte de Toledo un gran ejército formado por castellanos, aragoneses y
ultramontanos, con dirección a las Navas de Tolosa. Tras apoderarse de Malagón y
Calatrava la mayor parte de los extranjeros regresan a sus lugares de
procedencia quedándose únicamente el pequeño contingente del obispo de Narbona.
Poco
después de la toma de Caracuel y Almodóvar, se une al ejército el rey Sancho VII el
Fuerte de Navarra con sus huestes, ajeno hasta ahora por sus diferencias con
Alfonso VIII de Castilla.
Las
noticias sobre su participación de cruzados extranjeros y la formación de un
ejército cristiano tan numeroso, hacen que el califa al-Nasir el Miramamolín, intente desgastar
al enemigo, antes de enfrentarse directamente. Escoge el farragoso paso del
Muradal como el lugar más adecuado para llevar a cabo su plan y reserva el
grueso de sus fuerzas para el golpe final.
Conociendo
la detención de los caballeros ultramontanos y la escasez de víveres de los cristianos, Al-Nasir piensa que el
combate se les presenta favorable y acampa cerca del paso de la Losa dispuesto
a la lucha.
El 12 de
julio los cristianos avistan a los musulmanes que cortan su paso por el único
lugar conocido de la Losa, reunidos los
tres monarcas deciden no hacerles frente y pasar por el desfiladero del Rey,
que los almohades no conocen y han olvidado cerrar. Al ver que el enemigo
parece o da la sensación que se retira, la sorpresa de estos es enorme.
Los
musulmanes siguen a los cristianos,y van pasando por la sierra, acampan frente a
ellos. Viendo que han fracasado en su plan de cortarles el paso, el día 14
al-Nasir se dirige al campo de batalla y dispone a sus hombres para el ataque.
Los musulmanes pasan toda la jornada y la siguiente esperando que los
cristianos presente batalla, pero estos no se mueven ya que han decidido esperar el momento más adecuado.
Por fin
la noche del 15 los soldados cristianos salieron ordenadamente del campamento
disponiéndose en tres cuerpos; en el centro el de Alfonso VIII, a la izquierda
Pedro II y a la derecha Sancho VII,
Repartidos
entre ellos, se mezclan las milicias concejiles de Segovia, Ávila y Medina. Por
su parte los musulmanes se colocan en vanguardia las tropas ligeras, en lo alto
del cerro los arqueros y la élite almohade y a ambos lados, los contingentes
árabes.
El combate empieza por el avance castellano y lo que parece un desastre cristiano, pronto se convierte en una victoria gracias a la caballería.
Seguidamente una desbandada de la vanguardia almohade, empieza la lucha con el grueso del ejército de al-Nasir el Miramamolín, mientras se lucha éste permanece en su tienda leyendo el Corán, rodeado de infinidad de esclavos encadenados y armados con lanzas.
Cuando el
ataque cristiano arrolla a los musulmanes que huyen perseguidos por el enemigo
al-.Nasir ya ha escapado camino de Sevilla.
Tras el
combate de los cristianos que han producido numerosísimas bajas a los musulmanes, reconquistan Úbeda, Baeza, Tolosa, Baños de la Encina y Vilches.
La
victoria de las Navas de Tolosa constituye un hito, no sólo entre los cristianos,
sino también para los musulmanes. Para los primeros especialmente para Castilla
significa dejar expedito el camino hacía al-handalus. Para los musulmanes, es el
fin de la hegemonía almohade, que tiene en esta derrota el principio de su
decadencia.
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