CELEBRACIÓN CUMPLEAÑOS DE RAFAEL JIMENEZ
LUQUE EN CASA DE PACO PON. AL FINAL
Córdoba, sábado día 22 de Abril de
2017-04-22
AVDA. DEL BRILLANTE- ESCULTOR FERNÁNDEZ
MÁRQUEZ- PARQUE PERIURBANO DE LA ASOMADILLA- DEAN FRANCISCO JAVIER-ROTONDA ROSA
DE SIRIA- SENDERO CASTILLO MAIMÓN- SENDERO DE LA PALOMERA BAJA-FUENTE DE LA
CUEVA- LA TRINIDAD – TERRENOS ANTIGUA FUENTE DE LA SALUD- SENDERO ARROYO
PEDROCHES HASTA EL BROCAL DEL POZO EN TERRENOS DEL ORIBE BAJO-RUINAS CORTIJO
VALERO- CORTIJO DEL ORIBE PROXIMIDADES
ANTIGUA ESTACIÓN DE LOS PRADILLOS-SENDERO ADYACENTE CARRETERA NUEVA N. GRANADA BADAJOZ - PUENTE DE HIERRO- BARRIO DEL NARANJO- AVDA. DE LOS
ALMOGAVARES-CRUZ DE JUAREZ- SANTA ROSA-CASA DE PACO PON. KM. 18.850
HORA PREVISTA DE
SALIDA.- 8h.
SENDERISTAS.- Avrelivs- Antº. Corpas- J. Serna- A. Espejo- J. Díaz.
Hoy
hizo su presentación un nuevo fichaje llamado José Díaz Mesa, (prefiere se le llame Pepe entre amigos), es conocido de Antonio Espejo López y también antiguo
maratoniano por lo que ya contamos con otro en el equipo, ahí queda esa foto para su archivo y conocimiento de todos.
Cuando
llegó la hora y algún que otro minuto de añadido como es costumbre por si
alguno pudiera haber quedado enroscado al dulce calor de las sabanas pusimos
marcha y rumbo hacía la ruta de los arroyos, doblamos el primer desvío a la
derecha para conectar con la calle
Escultor Fernández Márquez donde ya nada
nos extraña que en sus inicios y en las
cercanías del Mac Donal amanezca un sábado tras la noche del San Viernes llena
de papeles y papelinas tirados por el
suelo, es posible que se tenga que recordar de nuevo aquel antiguo eslogan que decía
MANTENGA LIMPIA ESPAÑA; pobres vecinos de aquel lugar que tienen que soportar
todos los viernes nocturnos a LOS MOCEDADES y sus costumbres hasta muy altas horas de la noche.
Una
bonita fuente y un mosaico en aquellos jardines nos recuerdan que por esta calle circuló el
tren Córdoba-Almorchón entre los años 1873 a 1997, año este que la línea se clausuró
al servicio de trenes. Los senderistas y ciclistas años tras año venimos reivindicando que este
inservible trazado ferroviario se convierta en Ruta Verde para uso y
disfrute de la ciudadanía cordobesa, al menos hasta Cerro Muriano, ya por no quedar no quedan ni traviesas, ni
carriles y las estaciones completamente
en estado ruinoso por abandono.
Como nos descuidemos un poco se llevan
paulatinamente hasta las chapas
de hierro del Puente tramo metálico
sobre el arroyo Pedroches Km. 4.590, allí
hoy ya estaban quemando las
traviesas que sustentan los contracarriles
para facilitar su extracción y llevárselos, el agua que llevábamos la utilizamos en cierta medida para poner algo de remedio, ya se han llevado los
carriles, traviesas y tirafondos en casi
todos los trayectos, de todo ello ya existe constancia y conocimiento en todos sitios ya que esto no es nuevo.
.
Sigamos
con nuestro marcha senderista adelante a través del Parque Periurbano de La
Asomadilla y los Huertos del Aula de la
Naturaleza donde las verduras hermosean que da gusto verlas, bien se nota que su
tierra está bien labrada y mejor tratada con buenos abonos y fertilizantes.
Llegó
el momento de abandonar este Parque para dirigirnos hacia el Barrio del Naranjo
a través calle Deán Francisco Javier y la Rotonda Rosa de Siria, posteriormente
conectamos con el camino hacía el
Castillo Maimón para bajar hacia el Sendero de La Palomera Baja, en este tiempo
constituye una delicia caminar por este lugar y posteriores pudiendo
deleitarnos escuchando sobre la marcha el constante y melodioso canto de los
ruiseñores que anidan en la fragosidad de sus sotos.
Al
paso por la Fuente de La Cueva en terrenos de La Trinidad pudimos advertir que
su venero vierte agua de forma constante
a pesar de la sequia que tenemos encima, en aquel lugar el amigo Antonio Corpas
se dio media vuelta y en marcha hacía su domicilio, el tiempo y las
circunstancias son las que mandan,
igualmente lo haría en terrenos antigua Fuente de Los Mártires el amigo
Juan Serna al advertir que el sombrero de campaña que llevaba atado sobre el
macuto se le había desprendido y extraviado y retrocedió a su busca, posteriormente y al término de la marcha nos dijo que alguien lo recogió y los colgó en
lugar visible del sendero pudiendo ser recuperado.
subir
hacía las ruinas del antiguo Cortijo Valero en terrenos del Orive, desde allí fuimos ../....../...subiendo hasta conectar con la antigua vía de la Sierra en las proximidades
antiguo Apartadero de Los Pradillos, ya
se dijo que de la vía solo queda su trazado y el balasto silíceo, desde aquel
lugar realizamos el camino de regreso por los senderos adyacentes a la carretera nacional Granada-Badajoz hasta
entrar nuevamente hacía la antigua traza
ferrocarril de la sierra y aquello que en otros tiempos fue apartadero ferroviario NC de Mirabueno, luego al Barrio del Naranjo, Cruz de
Juárez, Avenida de Los Almogávares, Cruz
de Juárez y Santa Rosa.
A
las 12 h. estábamos entrando al Mesón de Paco Pon al ser sábado correspondiendo
reunión del Cónclave para celebrar el “cumple” de Rafael Jiménez Luque, hubo bebidas refrescantes y otros bebedizos así
como tapas muy variadas a gusto de cada cual y cada uno, desde huevos fritos con
jamón, a la clásica caballa, y como no al queso
manchego y también chorizo al infierno, al segundo round en ambiente festivo y divertido
como es tradicional costumbre le cantamos
CUMPLEAÑOS FELIZ, ante la mirada estupefacta y sorpresiva
de algunos parroquianos del local, también
llegó el momento de aflojar la guita y de abonar la dolorosa por el cumpleañero,
recogimos mesas y sillas y presto a la calle a las 13,40 h.
¡¡¡Hasta otro día¡¡¡
Aprovechando la oportunidad que estamos en la XXI Lectura continuada del Quijote, aquí se insertan algunos párrafos sueltos del Capítulo III, por si alguien le apetece su lectura, se transcribe algo de la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero.
Y así, fatigado desde pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena; la cual acabada, llamó al ventero y, encerrándose con él en las caballerizas, se hincó de rodillas ante él diciéndole:
- No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
El ventero, que vió a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber que hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso, hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.
-No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío- respondió don Quijote- ; y así, os digo que el don que os he pedido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas, y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder como se debe ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como esta a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.
El ventero que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oirles semejantes razones, y, por tener que reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él, asimismo, en los años de mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo, buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de San Lúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo, y otras diversas partes, donde se ha ejercitado la ligereza de sus pies y sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay en casi toda España; y que a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquier calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo. Díjole también que en aquel
su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de nuevo; pero que en caso de necesidad él sabía que se podían velar dondequiera, y que que aquella noche las podría velar en un patio del castillo; que a la mañana, siendo Dios servido, se harían las debidas ceremonias, de manera que él quedase armado caballero, y tan caballero, que no pudiese ser más en el mundo.
Preguntóle si traía dineros, respondió don Quijote que no traía blanca, porque nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído.
A esto dijo el ventero que se engañaba: que, puesto caso que en las historias no se escribía, por haberles parecido a los autores de ellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse cono eran dinero y camisas limpias, no por eso se había de creer que no las trujeron; y así, tuviese por cierto y averiguado que todos los caballeros andantes, de que tantos libros están llenos y atestados, llevaban bien herradas las bolsas, por lo que pudiera sucederles; y que así mismo llevaban camisas y una arqueta pequeña llena de ungüentos para curar las heridas que recibían, porque no todas las veces en los campos y desiertos donde se combatían y salían heridos había quien los curase, si ya no era que tenían algún sabio encantador por amigo, que luego los socorría, trayendo por el aire, en alguna nube , alguna doncella o enano con alguna redoma de agua con tal virtud, que en gustando alguna gota della, luego al punto quedaban sanos de sus llagas y heridas, como si mal alguno hubiesen tenido; más que en tanto esto no hubiese, tuvieron los pasados caballeros por cosa acertada que sus escuderos fuesen proveídos de dineros y de otras cosas necesarias, como eran hilas y ungüentos para curarse ; cuando sucedía que los tales caballeros no tenían escuderos (que eran pocas y raras veces ), ellos mesmos lo llevaban todo en unas alforjas muy sutiles, que casi no se parecían, a las ancas del caballo , como que era otra cosa de más importancia.
Prometido don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba, con toda puntualidad, y así, se dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba; y recogiendolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba y, embrazando su adarga, asió de su lanza, y con gentil continente se comenzó pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar la noche.
contó el ventero a todos cuantos estaban en la venta la locura de su huésped, la vela de las armas y la armazón de caballería que esperaba. Admirarse de tan extraño género de locura y fueron solo a mirar desde lejos, y vieron que, con sosegado ademán, unas veces se paseaba; otras arrimado a su lanza, ponía los ojos en las armas, sin quitarlos por un buen espacio dellas.Acabó de cerrar la noche; pero con tanta claridad de la luna, que podía comètir con el que se la prestaba; de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos.Antojosele en este a uno de los harrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua, y fue menester quitar las armas de don Quijote que estaban sobre la pila; el cual, viéndole llegar, en voz alta le dijo.
- Och tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada! Mira lo que haces, y no la toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.
No se curó el arriero destas razones (y fuera mejor que se curara, porque fuera curarse en salud); antes, trabando de las correas, las arrojço gran trecho de sí. Lo cual visto por don Quijote, alzó los ojos al cielo y, puesto el pensamiento (a lo que pareció) en su señora Dulcinea, dijo:
-Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece: no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo.
Y diciendo estas y otras semejantes razones, soltando la adarga, alzó la lanza a dos manos y dió con ella tan gran golpe al harriero en la cabeza que lo derribó en el suelo tan maltrecho, que otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara.
Hecho esto recogió sus armas y tornó a pasearse con el mismo reposo que primero. Desde allí a poco sin saberse lo que había pasado porque todavía estaba aturdido el arriero, llegó otro con la mesma intención de dar agua a sus mulos y llegando a quitar las armas para desembarazar la pila, sin hablar don Quijote palabra y sin pedir favor a nadie, soltó otra vez la adarga, y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla pedazos, hizo más de tres la cabeza del segundo harriero, porque se la abrió por cuatro. al ruido acudió toda la gente de la venta, y entre ellos el ventero. Viendo esto don Quijote, embrazó su adarga y, puesta mano a su espada dijo:
-Och señora de la fermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío. Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo..
Y AQUÍ DOY POR FINALIZADA LA LECTURA
.
Aprovechando la oportunidad que estamos en la XXI Lectura continuada del Quijote, aquí se insertan algunos párrafos sueltos del Capítulo III, por si alguien le apetece su lectura, se transcribe algo de la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero.
Y así, fatigado desde pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena; la cual acabada, llamó al ventero y, encerrándose con él en las caballerizas, se hincó de rodillas ante él diciéndole:
- No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
El ventero, que vió a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber que hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso, hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.
-No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío- respondió don Quijote- ; y así, os digo que el don que os he pedido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas, y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder como se debe ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como esta a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.
El ventero que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oirles semejantes razones, y, por tener que reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él, asimismo, en los años de mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo, buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de San Lúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo, y otras diversas partes, donde se ha ejercitado la ligereza de sus pies y sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay en casi toda España; y que a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquier calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo. Díjole también que en aquel
Preguntóle si traía dineros, respondió don Quijote que no traía blanca, porque nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído.
A esto dijo el ventero que se engañaba: que, puesto caso que en las historias no se escribía, por haberles parecido a los autores de ellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse cono eran dinero y camisas limpias, no por eso se había de creer que no las trujeron; y así, tuviese por cierto y averiguado que todos los caballeros andantes, de que tantos libros están llenos y atestados, llevaban bien herradas las bolsas, por lo que pudiera sucederles; y que así mismo llevaban camisas y una arqueta pequeña llena de ungüentos para curar las heridas que recibían, porque no todas las veces en los campos y desiertos donde se combatían y salían heridos había quien los curase, si ya no era que tenían algún sabio encantador por amigo, que luego los socorría, trayendo por el aire, en alguna nube , alguna doncella o enano con alguna redoma de agua con tal virtud, que en gustando alguna gota della, luego al punto quedaban sanos de sus llagas y heridas, como si mal alguno hubiesen tenido; más que en tanto esto no hubiese, tuvieron los pasados caballeros por cosa acertada que sus escuderos fuesen proveídos de dineros y de otras cosas necesarias, como eran hilas y ungüentos para curarse ; cuando sucedía que los tales caballeros no tenían escuderos (que eran pocas y raras veces ), ellos mesmos lo llevaban todo en unas alforjas muy sutiles, que casi no se parecían, a las ancas del caballo , como que era otra cosa de más importancia.
Prometido don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba, con toda puntualidad, y así, se dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba; y recogiendolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba y, embrazando su adarga, asió de su lanza, y con gentil continente se comenzó pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar la noche.
contó el ventero a todos cuantos estaban en la venta la locura de su huésped, la vela de las armas y la armazón de caballería que esperaba. Admirarse de tan extraño género de locura y fueron solo a mirar desde lejos, y vieron que, con sosegado ademán, unas veces se paseaba; otras arrimado a su lanza, ponía los ojos en las armas, sin quitarlos por un buen espacio dellas.Acabó de cerrar la noche; pero con tanta claridad de la luna, que podía comètir con el que se la prestaba; de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos.Antojosele en este a uno de los harrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua, y fue menester quitar las armas de don Quijote que estaban sobre la pila; el cual, viéndole llegar, en voz alta le dijo.
- Och tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada! Mira lo que haces, y no la toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.
No se curó el arriero destas razones (y fuera mejor que se curara, porque fuera curarse en salud); antes, trabando de las correas, las arrojço gran trecho de sí. Lo cual visto por don Quijote, alzó los ojos al cielo y, puesto el pensamiento (a lo que pareció) en su señora Dulcinea, dijo:
Y diciendo estas y otras semejantes razones, soltando la adarga, alzó la lanza a dos manos y dió con ella tan gran golpe al harriero en la cabeza que lo derribó en el suelo tan maltrecho, que otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara.
Hecho esto recogió sus armas y tornó a pasearse con el mismo reposo que primero. Desde allí a poco sin saberse lo que había pasado porque todavía estaba aturdido el arriero, llegó otro con la mesma intención de dar agua a sus mulos y llegando a quitar las armas para desembarazar la pila, sin hablar don Quijote palabra y sin pedir favor a nadie, soltó otra vez la adarga, y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla pedazos, hizo más de tres la cabeza del segundo harriero, porque se la abrió por cuatro. al ruido acudió toda la gente de la venta, y entre ellos el ventero. Viendo esto don Quijote, embrazó su adarga y, puesta mano a su espada dijo:
-Och señora de la fermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío. Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo..
Y AQUÍ DOY POR FINALIZADA LA LECTURA
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