martes, 8 de diciembre de 2020

EL ANTIGUO IMPERIO BIZANTINO

                                                                          

             EL ANTIGUO IMPERIO BIZANTINO

                                                

                                                                  



Parte  oriental del Imperio romano que sobrevivió a la caída de Occidente en el siglo V d.c. su capital fue Constantinopla, la actual Estambul, en Turquía y su duración se prolongó hasta la toma de ésta por los otomanos en 1.453.


Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio romano de Oriente en el 330, después que Constantino I el Grande, el primer emperador cristiano, la fundara en el lugar de la antigua ciudad de Bizancio,  dándole su propio nombre. De forma gradual la desarrolló hasta convertirla en una verdadera capital de las provincias romanas orientales, es decir aquellas áreas del Imperio localizadas al sureste de Europa, sureste de Asia y en la parte noroeste de África, que también incluían los actuales países de la península Balcánica, Turquía occidental, Siria, Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más  oriental de Libia.

                                                                        


Los investigadores, lo han llamado Imperio Bizantino según el antiguo nombre de su capital, Bizancio, o también el Imperio romano de Oriente, pero los coetáneos, y en la terminología de la época, era simplemente Roma y sus ciudadanos eran romanos (en griego, rhomaioi).     

El griego era la lengua principal, aunque algunos habitantes hablaban latín, copto, sirio, armenio y otras lenguas locales a lo largo de su historia (330-1453. Sus emperadores consideraban los límites geográficos del Imperio romano como los suyos propios y buscaron en Roma sus tradiciones, sus símbolos y sus instituciones.


                                                      

El Imperio regido por un emperador  (en griego, basileus) sin una constitución formal, lentamente formó una síntesis a partir de las instituciones tardorromanas, del  cristianismo ortodoxo y de la cultura y lengua griegas.



Constantino estableció las bases de la armonía entre las autoridades eclesiásticas y las imperiales que duró a lo largo de la historia del Imperio.

Éstas incluían la creación de un sistema monetario tasado en la moneda llamada el solidus áureo, o nomisma, que perduró  hasta la mitad del siglo XII.

                                                                 


La prosperidad comercial de los siglos IV, V y VI hizo posible el auge de muchas antiguas ciudades. Las grandes propiedades dominaban el mundo rural y aunque los elevados impuestos tuvieron como consecuencia el abandono de la tierra, la agricultura permaneció como principal  fuente de riqueza del Imperio. La Iglesia y la corona adquirieron vastos territorios,  convirtiéndose de este modo en los mayores terratenientes del Imperio. Una rigurosa regulación imperial sobre la pureza y suministro de los metales preciosos, al igual que sobe la organización del comercio y la actividad artesanal caracterizaron la vida económica.



El emperador Justiniano I y su esposa, Teodora, intentaron restaurar laa antigua majestuosidad y los límites geográficos del Imperio romano. Entre el 534 y el 565 reconquistaron el norte de África, Italia, Sicilia, Cerdeña y algunas zonas de la península Ibérica. Sin embargo, este esfuerzo, junto con los importantes gastos contraídos por las guerras, la construcción de edificios públicos majestuosas iglesias, como la de Santa Sofía den Constantinopla, agotaron los recursos económicos del Imperio a la vez que distintas plagas diezmaron su población.               

      

                                                     


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