miércoles, 22 de junio de 2022

EL DURO DESCALABRO DE LA BATALLA DE SIMANCAS

 

           CUENTO V

                      LA BATALLA DE SIMANCAS

                                                      




Tras varios días de largo viaje y  caminando por tierras de Castilla llegamos a un sitio entre  montañas inhóspitas con un frío aterrador, a pesar de  estar en pleno estiaje, pero al  trasponer  una de aquellas montañas muy prominentes y buscando la orilla izquierda del río Pisuerga. .../...



.../... nos llevamos un tremendo susto, resulta que los cristianos  habían sido   avisados que íbamos de gazua hacia esa tierra, la verdad que nunca llegamos a comprender  de donde  pudieron sacar  tanta gente de armas, allí  estaba el rey de León, Ramiro II  luciendo sus galas guerreras, con sus gentes de Riaño, Astorga, Bembibre, Bañeza, Carracedelo, Fabero, Gusendos, Orbigo, Maraña, Pajares, Ponferrada, Reyero, Sahagún y Villazala.



Asimismo  las coalicionadas de Asturias y Navarra, también estaban los maragatos leoneses, los bables asturianos, los pasiegos montañeses y santanderinos, los euskaldunos navarros, y los vascones de Araba, Bilbo y Donostia, también los había  de la Alcarria,  el conde de Burgos y Castilla, Fernán González con sus tropas de Bujedo, Briviesca y Pancorbo,  los del Alfoz de Bricia, Ameyugo, Arlanza, Barbadillo, Cogollos, Moncalvillo, Orbanegra, Pardilla, Belorado, Cabezón, Prádanos, Quintanapalla, Salas, San Mamés, Tobalina y Villarcayo, igualmente los hubo de Soria y Ágreda, del Burgo de Osma, Calatañazor, Coscurita, Duruelo, Gómara, Medinaceli, Almazán, San Esteban de Gormaz y también los de Vila Mazan, ya sabes que no me gusta la prolijidad  por ello cito lo más esencial, si es verdad  que no echamos de menos  como otras veces al Guerrero del Antifaz cuya colaboración fue de mucha ayuda y de gran importancia en esta enorme y gran victoria cristiana.

 


El ejercito de Abderraman  también muy numeroso como siempre llevaba de  auxilio al gobernador de Zaragoza, Abu-Yahia, pero  no olvidando que resultó ser un traidor y culpable del principal desastre de Osma al menos  tres años antes de esta confrontación,  llevábamos gentes de Calatorao, de Ricla, La Almunia y Sansueña, de saeteros venían los saqalibas, muy diestros en él oficio, la caballería bereber y andalusí bien dotada de lanzas y alfanjes, la infantería de los Banu Hudayir con buena dotación  arcos y flechas, lanzas y lanzones y  como tropas auxiliares para  llevarse los primeros envites de la contienda vinieron los nobles de:

 


Benichembia, Benilloba, Almudaina, Benifallín, Aljorfa, Busot Confrides, Benesaou, Aljufia, Abarán, Bendame, Benétuzar, Benimongí, Benéjuzar, Alfadarin, Alboraiba, Benovia, Condomina, Tiñosa, Benicomai, Alfande, Albarilla, Beniazón, Benicomai, Farabosque, Beniazón, Acenete, Benihalel, Benifiel, Alnaxar, Zaraiche, Albatalia, Benifiar, Urdienca, Albocácer, Betxí, Zucaina, Agullent, Zeneta, Albuisech, Beneguasil y Benipotrox.

 


También llevábamos un enorme contingente de caballería berebere en la retaguardia, alma mater de las tropas andalusíes. 


Hicimos sonar atabales formando un  estruendoso ruido así como la marcha del miedo,  después  marcha allegro non tropo, al Abderrahman se le escapó un suspiro y un “hay” al observar el enorme contingente del enemigo, al hombre se le hizo un nudo en la garganta impidiéndole hablar con normalidad, después pidió que le trajeran y sirvieran un Chambi, al hombre cuando vio lo que le esperaba se le quedó la lengua seca,  no podía ni hablar una sola palabra del susto que se llevó, asimismo  la lengua se le quedó trabada y la  garganta atragantada.

 


Con dificultades   tragó el helado como pudo y se  quedó pensativo y cabizbajo a continuación miró al cielo y se encomendó a Alá,  después se sacudió el polvo acumulado en el pecho con la mano diestra, sacó el pañuelo se limpió el sudor frío de sus mejillas e hizo la señal previa de al ataque.

 


Tocamos zafarrancho de combate dando comienzo la confrontación guerrera entre ambos contingentes que  se apresuraron en enorme carrera finalizando en tremendo choque, hubo empujones, apretones y revolcones, pisotones y  agarrones, estruendoso crujir de escudos al chocar contra las espadas,  el trote de los caballos galopando  hacía que temblase la tierra, los equinos asustados relinchaban con denuedo, daban brincos, patadas y coces evidentemente  estaban desbocados ante el fuerte y ronco vocerío de ambos ejércitos.

 

Desde nuestra tribuna en el puesto de observación y mando  era imposible dirigir palabras de aliento a nuestros guerreros, no obstante  se  aplaudía con entusiasmo y denuedo  al objeto de enaltecer los ánimos de nuestros guerreros durante  esa dura  pelea.

 

Hubo de todo,  lamentos de heridos en el umbral de la muerte, regueros de sangre y cuerpos llenos de mutilaciones, sollozos y llantos, hombres agonizantes pidiendo auxilio,  fue un duro y cruento combate todo un horror que jamás se borrará del recuerdo. 

 


Cinco días duró aquella pelea de amargos sudores, eso sí cuando sacábamos la bandera blanca era de obligado cumplimiento  descansar un rato de tanta refriega, por la noche sonaban  trompetas dando la señal de  silencio,  era necesario  dormir para reponer las fuerzas respetando por ambos bandos tan deseada señal.


 Al quinto día y antes del alba  tocaron ellos una marcha muy alegre con chirimías y trompetas, un entusiasta redoblar de tambores, afinamos la oreja y oímos que estaban eufóricos, tocaban los mardita madres la marcha de “allegro triunfanti”,  estos traidoramente hicieron el recuento y les resultó favorable,  de momento  salieron árbitros de ambos bandos  cotejaron el resultado y efectivamente ellos habían vencido aquella batalla,  pusieron el cartelón como ganadores de la pelea en el quinto roung.


Cuando observamos el resultado de aquella larga y duradera  batalla nos vimos obligados a tocar la marcha “huida con motto”, entonces  se formó la desbandada,  muchas vidas costó aquel trance,  al Abu-Yahia de Zaragoza nuestro aliado, lo hicieron  prisionero de modo que los omeya perdimos la batalla pero no la guerra. 








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