Gonzalo
Fernández de Córdoba y Aguilar, nació en Montilla el 1 de septiembre, para
otros el 16 de marzo de 1.453 y murió en Granada el 2 de diciembre de 1515. Era
el segundo hijo del noveno señor de la noble Casa del Estado de Aguilar. Pedro
González de Aguilar y de Elvira Herrera. Su abuela era descendiente de Alfonso
XI y Leonor de Guzmán y Ponce de León, parienta de los Reyes Católicos, al
haber sido su abuelo el almirante Alonso Enríquez y el bisabuelo don Fadrique,
hermano del Rey Enrique II de Trastámara.
Quedó a
los dos años huérfano de padre, y su madre le puso como tutor al noble Diego de
Cárcamo, descendiente de uno de los conquistadores de Córdoba, origen de la
familia Cárcamo, que tanto ennoblecieron a su patria.
Con doce
años, gracias a su parentesco con los reyes fue paje del príncipe Alonso, luego
luchó a su lado. A su muerte en 1458 volvió con su familia y pronto a la corte para
pasar al servicio de su hermana Isabel con el título de “La Católica”a
la que le defendió sus derechos a la corona.
En una de
las veces que vino a Córdoba, solicitó en el monasterio de San Gerónimo de
Valparaíso, el hábito de la Orden, pero el abad fray Antonio de Hinojosa, como
presintiendo su futuro le dijo. “Vete
hijo, con Dios, que para cosas mayores te tiene Dios guardado”
Aparece ya con el grado de Capitán en la toma de Antequera en 1484, tras la conquista de Illora, 8 de junio de 1486, fue nombrado alcaide de su fortaleza, recibiendo el nombramiento de manos de la propia reina. Se distinguió de manera extraordinaria en la conquista del reino de Granada, tomando parte, además en las acciones de guerra y en ajustar los términos de la firma de las Capitulaciones con Abu Cassem - hachib y primer ministro de Boabdil.
El rey
Fernando II de Nápoles, cuya madrastra era la hermana de Fernando “El
Católico”, solicitó ayuda a España para expulsar de su reino a los franceses y
por consejo de la Reina fue enviado a Italia en 1494 para mandar el ejército de
su esposo. Llegó a Mesina y consiguió apoderarse de la plaza de Calabria en
1405 con muy escasas fuerzas maniobrando con gran habilidad, recibió el
sobrenombre de “El Gran Capitán”.
Cuando
las tropas francesas al mando del vizcaíno Menoldo Guern, en la retirada atacan los dominios del papado, Don Gonzalo
acude y toma el castillo de Ostia que se habían hecho de él los franceses y son
expulsados del Puerto. Por esta acción el Papa Alejandro VI le concede la más
alta condecoración pontificia “La Rosa de Oro”.
En 1486
muere Fernando II de Sicilia peninsular y es elegido Federico III en contra de
la voluntad del rey católico, que se consideraba con mayores derechos. Con la
ayuda de Don Gonzalo toma la plaza de Atella y regresa a Calabria, derrotando a
los franceses. Por los servicios prestados en expulsarlos Federico III le
concedió el ducado de San Angelo con todas sus tierras y fortalezas.
Vuelve a
España y marcha a descansar a Granada, de allí es llamado para sofocar la
rebelión de La Alpujarra, ocasionada por no respetar las capitulaciones, al tener conocimiento el rey que el turco amenaza la costa del mar Adriático, lo nombra Capitán General y lo pone al mando de una armada de
navíos, partiendo hacia la isla de Cefalonia. El día de Navidad de 1500 sus
tropas derrotan al ejército turco y de nuevo vuelve a España.
En 1498
había sido nombrado rey de Francia Luis XII y se autoproclama rey de las Dos
Sicilias y de Jerusalén y Duque de Milán, en 1500 decide unirse al rey
Católico para destronar a Federico III y
repartirse el territorio, quedándose el francés
como rey de Sicilia peninsular y el español con Apulia y Calabria, las
tropas francesas toman Nápoles y dejan al Duque de Nemours como Virrey.
Desde
1501 es Embajador plenipotenciario en
Italia Francisco de Rojas y por envidia se convierte en uno de sus mayores
enemigos.
Pronto se
inicia la guerra entre Francia y España por el dominio del reino de Nápoles y
los primeros es decir los franceses con mayor número de tropas obligan al Gran Capitán a encerrarse en Barleta Nemours, viéndose un tanto acosado
le exige el abandono de la plaza y la
entrega de la Capitanata Basilicata y Principado. A lo que don Gonzalo, según dice la Crónica Manuscrita,
dijo al enviado la siguiente contestación “Les
agradeceré se esperen a que yerren los caballos, se afilen las espadas y se
abrillanten las armas; porque yo no suelo pelear cuando quieren, sino cuando
quiero yo”.
Cuando
recibe el Gran Capitán refuerzos en abril de 1503, conquista el reino de
Nápoles y son célebres las batallas de Ceriñola, 28 de abril y
Garellano, 15 de octubre a 28 de diciembre, en la que pierde la vida Luis d´Amaginac,
Duque de Nemours, y hace reconocer a Don Fernando el Católico como rey de Sicilia
península. En premio por haber conquistado este reino los Reyes Católicos le
conceden el Ducado de Terranova, con concesión de la villa de Terranova en la
Calabria italiana, le confirman en el Ducado a
de Santangelo y lo nombran Virrey de Nápoles.
Don
Francisco de Rojas y Escobar, noble diplomático de la Orden de Calatrava y miembro del Consejo Real, a partir de la toma de Nápoles, notifica al rey
repetidamente que don Gonzalo quería independizarse en este reino, circunstancia muy contraria a la
realidad, cuando tras sus grandes éxitos trataron de hacerle grandes homenajes,
él dada su innata modestia, impide que estos se le atribuyen ya que siempre seguía
gobernando en nombre del rey.
El Rey Don Fernando parece ser que de momento no le hizo mucho caso y cuando éste acompañado de su nueva esposa doña Germana de Foix pasó a Nápoles para tomar posesión de ese Reino en 1506, una vez allí, el 1 de enero de 1507, le concedió el Ducado de Sessa y le prometió el Maestrazgo de la Orden Militar de Santiago.
El rey envió una embajada al Papa Juan II para prestarle obediencia y en ella pedía el traspaso del Maestrazgo a favor de don Gonzalo, Maestrazgo que ostentaba el Rey Católico.
También el Rey don Fernando le pide cuentas de su gestión y de los gastos y el Gran Capitán, al parecer tuvo algunos desplantes que fueron interpretados como injustificables, circunstancia que le obliga a dejar el Virreinato de Nápoles y su vuelta a España.
De momento el Gran Capitán se negó a obedecer al Rey, pero al final no tuvo más remedio que claudicar.
Cuando llegó a España le pidió audiencia al Monarca para prestarle pleitesía y éste le concedió la entrevista, pero no la entrega del Maestrazgo y sólo le nombra gobernador de la población granadina de Loja.
Nada le valió al Gran Capitán que siempre fue idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad, su mayor enemigo. Se retiró a Loja, ciudad que le correspondía por concesión real y ya nunca volvió a llamarle el Rey para ninguna campaña militar.
Todavía tenía que soportar otra prueba más ya que en 1508 recibe la noticia de la demolición del castillo de Montilla, por orden del monarca, para castigar la conducta rebelde de su sobrino Pedro Fernández de Córdoba, undécimo Señor de la Casa de Aguilar y primer Marqués de Priego. Varias fueron las súplicas del Gran Capitán por hacerle cambiar de opinión al rey Don Fernando.
Esta nueva humillación le hace
romper con el monarca a quien siempre había profesado lealtad.
Cuando el rey Luis XII de Francia se entrevistó con don Fernando y doña Germana, al viajar a Italia, pidió y se le concedió conocer al Gran Capitán, le tenía gran admiración.
No es extraño que al enterarse de la demolición del
castillo de Montilla escribiese al Rey católico un mensaje que decía “En cuenta de doscientas ciudades y setecientas y tantas villas y castillos que
el Gran Capitán había ganado para la Corona Real de España, se diese en
recompensa la ruina de un solo castillo en el cual el Gran Capitán había
nacido”.
Este
documento, además del reproche que le hace, es el único que acredita que don
Gonzalo había nacido en Montilla, por lo
que si no fue así probablemente nacería en su casa solariega de Córdoba.
Últimamente,
un experto en el castillo de Montilla, desmiente la creencia de la
demolición del mencionado castillo por orden del Rey don Fernando y dice que se fue demoliendo
progresivamente al irse adaptando a
otros menesteres y usos..Ahora vaya usted a saber cuál es la verdad.
Nuestro héroe
estuvo casado con Isabel de Sotomayor, su prima que murió sin descendencia y en
segundas nupcias, desde 1489, con María de Manrique con las que tuvo tres hijas,
de las que solo sobrevivió Elvira, que casó con su primo Luis Fernández de Córdoba
que al morir su padre ostentó el título de Conde de Cabra
Sus restos mortales se encuentran en el Monasterio de San Jerónimo de Granada junto s los de u esposa doña María, en su lápida tiene el siguiente epitafio en latín que traducido dice “Los huesos de Gonzalo Fernández de Córdoba, que con su valor, se apropió del sobrenombre de Gran Capitán, están confiados a esta sepultura hasta que al fin sean restituidos a la luz perpetua.
Dicen que el arte de la guerra lo aprendió del Rey Fernando,
pero la verdad es que lo llevaba en la sangre, ya que tenía verdadera vocación de la vida militar. Se distinguió por su
ingenio para saber ajustar capitulaciones, por haber creado el ejército
profesional, por saber mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al
terreno que había elegido como más favorable y por ser un gran organizador. En
esta faceta destacó para poner la Infantería como base de su ejército, cuya
importancia había disminuido considerablemente durante la Reconquista frente a
la expansión de la Caballería, y como era un genio militar excepcionalmente
dotado, manejó por primera vez, combinándolas adecuadamente la Infantería, la Artillería
y la Caballería.
Sobre la
organización que él dejó del Ejército, en 1533 se creó un tercio del Mar,
siendo éste la primera unidad de Infantería de Marina en la Historia
militar de España, donde militó el insigne Miguel de Cervantes Saavedra que lo llevó a la batalla de Lepanto de la que
dijo “la más memorable ocasión que vieron
los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”.
El lema
del Gran Capotan fue “Más quiero la
muerte dando dos pasos adelante, que vivir cien años dando un solo paso hacía
atrás”
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