Escribía Don Rafael Castejón Martínez de Arizala, en el periódico La Voz de Córdoba el día 11-7-1931. A groso modo lo que más abajo transcribo en relación con el busto del asiático elefante.
Este fue tallado en gris piedra caliza, estuvo emplazado en la
alberca del conocido lugar de Santa
María de Trassierra, conocido como El Caño de Escaravita, hasta que en 1988 fue trasladado a Córdoba para embellecer el patio del Museo Diocesano.
La Aldea
de Trassierra, “llevo tres cuartos de siglo tratando de averiguar la etimología
del Caño de Escaravita”, lugar muy conocido por los cordobeses amantes del
campo y muy especialmente de la encantadora Sierra.
Tal vez
sea el apellido de algún campesino que tuviera por aquí la finca, porque no hay diccionario
etimológico desde el de la Lengua del viejo Roque Barcia, pasando por el manual Espasa y otros muchos que me pueda
facilitar una pista.
Este
recuerdo vino a propósito de la campaña abierta por este periódico respecto al
posible traslado de esa ingenua estatua califal que en la finca de tal nombre que
preside el recinto de una alberca, en la
que hace mil años por disposición del
califa Abderramán III vertía el agua por la trompa.
Como son
pocas las figuras de animales fabricadas en tiempos mahometanos, porque el Corán
previsor de la idolatría dice terminantemente <<no harás figuras que
arroje sombra sobre la tierra, las que se hicieron principalmente en España y
Persia, adquirieron un subido valor representativo.
Allí está
el ingenuo elefante sobre el pedestal dentro de la alberca de la finca, lo que
lo hace algo inmune a las depredaciones y salvajadas, sin que nadie le haya
atacado, defendido por las manos de la selva y el campo que hace una miríada lo
contemplan.
Mi
oposición personal sin aducir la sombra que me proteja de mis cargos de
presidente de la anestesiada Comisión de Monumentos y aún de cronista de la
ciudad, es la que el elefante del Caño de Escaravita, no debe de moverse
de su emplazamiento y aún, como se ha
dicho en estas fechas, debía limpiarse la alberca y llenarla de agua, que
defendieran más aún la figura,
indudablemente la idea de proteger el elefante del Caño de Escaravita,
trayéndolo a Córdoba, responde a un buen deseo, pero reconozcamos también que
los mil años que lleva en el pedestal, son también un seguro de permanencia que
debemos respetar.
Rafael Castejón
Martínez de Arizala
Periódico La Voz de Córdoba 11-7-1931
DATOS.- Esta pieza fue documentada en las ordenanzas de 1884 con el nombre de Fuente-Escaravita, en 1988 fue trasladada al Palacio Episcopal de Córdoba para la futura inauguración del Museo Diocesano, un año después debido a que dichos terrenos pertenecían al Obispado de Córdoba, se hicieron dos réplicas, una fue emplazada en su lugar original y otra en Santa María de Trassierra, la fecha de esta ubicación fue el 1 de diciembre de 2013 y realizadas por el escultor Martín Lagares. Bajo mi punto de vista el elefante donde debería estar es en el Museo Arqueológico de Córdoba para que lo viera todo el mundo y no en otro sitio.
Manuel Pimentel en su libro Leyendas de Medina
Azahara, nos cuenta la leyenda en relación con esta fuente.
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