Castilla En virtud de una bula del Papa Alejandro VI. El
18 de julio de 1494, los reyes Católicos, encomiendan a Cisneros, la labor de
reformar las órdenes monásticas. Cisneros ya interviene en el
movimiento reformador de los diferentes conventos del reino de Aragón.
Tras ser
elegido provincial de los franciscanos inicia su labor renovadora en la orden seráfica, orden fundada por San Francisco
de Asís.
Los
monarcas propician esta reforma protegiendo
a los observantes y solicitando reiteradamente a los Papas facultades para llevarla
a cabo.
El Papa
acaba por conceder finalmente la reforma
de todas las órdenes religiosas y monasterios y admite que las personas de
ellos de cualquier orden o religión, vivan según sus reglas y estatutos.
Así
Cisneros se ve investido de plenos poderes para continuar con la reforma
monástica española. Si bien Carmelitas, Agustinos y Dominicos, se someten fácilmente
a la reforma, los franciscanos claustrales oponen una gran resistencia desde el
primer momento.
Cisneros
obtiene el justificante para la reforma de los franciscanos conventuales mediante
la bula Ut ea de Alejandro VI, 26 de
diciembre de 1496.
La
reforma se impone en Castilla y en parte de Aragón pero muchos de los
franciscanos huyen de sus conventos o se pasan a otras órdenes o al clero
secular.
A finales
del siglo XV la gran mayoría de las casas de la orden franciscana se habían
reformado
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