LA
REFORMA CISTERCIENSE
Año 1.177.
Esos monjes vestidos con hábitos blancos, de lana sin teñir, que se dirigen
ordenadamente y en silencio a la iglesia recién terminada de la Abadía de
Santes Creus (Tarragona) son los herederos espirituales de aquel grupo de monjes benedictinos que encabezado
por el Abad Roberto, abandonó el Monasterio de Molesmes y se recluyó en el
bosque de Citeaux (Cister) con objeto de recuperar la sencillez y el fervor
primitivo de la regla de San Benito. Esos monjes que cantan laudes en el coro
tal como indica la regla redactada por San Esteban, son los hijos de San Bernardo,
el noble que ingresó en 1112 en la abadía de Cietaux con treinta compañeros de
alta alcurnia y fue nombrado tres años más tarde abad del nuevo monasterio de
Claraval.
Desde
1131 en que se fundó en Moreruela (Zamora) la primera abadía cisterciense, el
Cister ha creados cincuenta y seis monasterios en los diversos reinos de la
España cristiana el de Santis Creus es uno de ellos.
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