LA
BATALLA DE LEPANTO
El pasado
día 15 de octubre de 2021 el periódico
Diario Córdoba informaba respecto a la exposición existente en el Oratorio de San Felipe Neri de
esta ciudad de Córdoba, conmemorando el
450 aniversario de la Batalla de Lepanto.
Ayer día
20 tuve la ocasión de poder visitar
aquel lugar y de verdad que me causó emoción
y entusiasmo al contemplar aquellos cuadros
y banderas y otros objetos de aquella exposición sobre todo en el fondo de su historia
La
exposición que la Brigada Guzmán el Bueno
ha instalado en ese oratorio, merece la visita, así como toda la admiración
y respeto de cuantas personas lo visitan
En síntesis
estaba viendo con mis propios ojos aquellos
bonitos cuadros de un muy antiguo conflicto bélico naval entre cristianos y
turcos otomanos, pinturas de los Tercios
de la Infantería española, y en su contexto militar espadas y mosquetes, arcabuces y lanzas, reproducciones de
antiguo armamento, vestuario diverso de
otras épocas, antigua numismática monetaria, banderas, guiones, estandartes y pendones y su estudio a través de la vexilología.
Viendo
todo aquello que allí hay expuesto algunas cosas me hicieron refrescar la
memoria con aquellos nombres tan importantes que en la juventud aprendimos
memorialmente y que brillaron en historia de España como D. Juan de Austria, hijo del emperador Carlos I y hermano del rey
Felipe II.
Los ilustres que hicieron historia como Álvaro Bazán (Primer Marqués de
Santa Cruz), Alejandro Farnesio, (Duque de Parma), Luis de
Requesens, (militar marino y gobernador del Estado de Milán y de los Países
Bajos), Marco Antonio Colonna, (Almirante General y virrey de Sicilia), Juan Andrea Doria, (Almirante y hombre de Estado
genovés) y como no el Papa Pio V.
También en alusión a la galera llamada Marquesa donde luchaba Miguel
de Cervantes, resultando con muchas heridas en el cuerpo habiendo quedado inútil para siempre el brazo izquierdo de un arcabuzazo y con el apelativo del Manco de Lepanto se quedó para siempre, del
que presumía con mucho orgullo
En el
siglo XVI el Imperio otomano alcanzó su máximo
auge abarcando su dominio además de la actual Turquía, el Oriente Próximo,
Arabia, parte del norte de África y los
Balcanes, la expansión otomana suponía una seria amanezca tanto para las costas
españolas como a las italianas que con tanta
frecuencia fueron sistemáticamente atacadas por los turcos.
Ante esta
situación de peligro con el turco intervino
el Papa Pio V, al objeto de crear una alianza formada por la Monarquía
Hispánica, los Estados Pontificios, Venecia, La Orden de Malta, la República de
Génova y el Dux de Saboya, alianza que sería llamada la “Sacra Liga”.
Ante
muchas dificultades por fin
un 25 de mayo de 1571 se llegan a firmar las
capitulaciones para constituir la Liga
Santa, cuando ya la isla de Chipre acabó cayendo en poder turco otomano.
El
acuerdo al que se llegó, comprometía al rey de España Felipe II a contribuir en
aquella guerra con la mitad de soldados y con el dinero del Papa Pío V.
La flota estaba compuesta por 134 barcos
venecianos ( 2 naves y 20 fragatas), 164
barcos españoles, (90 galeras, 24 naves y 50 fragatas y bergantines, 18 barcos
del papado, (12 galeras y 6 fragatas y 9 galeras de Malta.
La gran
armada cristiana se concentró en Messina, al Sur de Italia, al mando de don
Juan de Austria, hijo natural del emperador Carlos V y hermanastro de Felipe
II.
Los
soldados españoles sumaban 20.000, los del Papa 2000, los venecianos 8000, y caballeros de la Orden de Malta ignorando el número de ellos.
La flota
era dirigida por don Juan de Austria, Marco Antonio Colonna, el Condestable de
Nápoles y vasallo de España, el
almirante del Papa y Sebastián Veníero
el de las naves venecianas.
El día 29
de agosto el obispo llamado Odescalco llegó a Mesina, dio la bendición
apostólica en nombre del Papa y concedió indulgencias de cruzada y jubileo
extraordinario a toda la armada.
El día 15
de septiembre don Juan de Austria, ordenó la salida y el 26 fondeó en Corfú, (una isla frente a la costa noroeste de Grecia en el mar Jónico), mientras una flotilla dirigida por Gil de Andrade exploraba la zona.
Al alba
del día 7 de octubre las flotas cristiana y turca se encontraron en el golfo de
Lepanto y comenzó la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver
los venideros, en palabras de don Miguel
de Cervantes Saavedra.
Así la describe y con estas palabras el Marqués de Lozoya:
Se peleó con ardor
por ambas partes y por dos veces
Fueron
rechazados los españoles del puente de la galera real turca; pero en una
tercera embestida, aniquilaron a los genízaros que la defendían y herido el
almirante de un arcabuzazo, un remero cristiano le cortó la cabeza.
Al izarse
un pabellón cristiano en la galera turca, arreciaron el ataque las naves
cristianas contra las capitanas turcas que no se rendían, pero al fin la flota
central turca fue aniquilada.
En la
galera Marquesa iba un muchacho de 24 años que con valentía siguió luchando
después de ser herido en el pecho y en el brazo izquierdo, que le quedaría
inútil, era Miguel de Cervantes.
Cuenta la
tradición que mientras la batalla
acontecía, el Papa Pío V rezaba el rosario en Roma. Tras salir de su
capilla, manifestó que durante el rezo había sido divinamente inspirado y
anunció que la Santísima Virgen María ha concedido la victoria a las huestes cristianas frente a la barbarie
mahometana.
La
victoria cristiana fue total, se perdieron 12 galeras cristianas y 7.600
hombres, de los que 2.000 eran españoles, 880 de la escuadra del Papa y el
resto venecianos.
Se
contaron 190 galeras turcas apresadas, de las que solo 130 estaban útiles,
quemándose las otras 60, se hicieron 5.000 prisioneros, fueron liberados 12.000
cautivos cristianos, se estimaron entre 20.000 y 30.000 los muertos del enemigo.
Una vez
finalizada la contienda los beligerantes ganadores sobre todo españoles exhortaban:
En latín No virtus, non arma, no duces,
sed María Rosarii, victores nos fecit.
Ni el
valor de las armas, ni de los caudillos, sino Nuestra Señora del Rosario, nos
convirtió en ganadores.
Desde
este momento la devoción al rezo del rosario atraería a muchos cristianos.
El Papa
San Pio V, tras haber sido confirmada la victoria, emocionado citó a la Biblia,
refiriéndose a Juan de Austria: fuit homo misens a “Deo qui nomen erat Joanes”-
Hubo un hombre enviado de Dios, cuyo nombre era Juan.
El rey
Felipe II conoció la noticia de la victoria cuando rezaba el Magníficat de
Vísperas, y finalizadas estas se entonó
el tedeum en acción de gracias a Dios.
REFERENCIA.-Batalla
de Lepanto, combate naval ocurrido el día 7 de octubre de 1571.
Lugar.- Lepanto,
en la boca del golfo de Corinto-
Patras en el mar Jónico (Grecia).
Consecuencias.-Reforzó
la hegemonía cristiana en el Mediterráneo sobre el Imperio Turco Otomano y sus corsarios aliados.
El
historiador Hugh Bicheno, respecto a esta batalla cuenta en su libro publicado en el año 2005 que Lepanto fue
investido de un aura milagrosa y se convirtió en un perdurable y poderoso
referente cultural, en parte porque representaba muchos temas de carácter
universal, pero también porque continua siendo
una fuente de gran orgullo para los descendientes de los que salieron
victoriosos, para quienes los siglos posteriores no han proporcionado muchos
otros momentos de equívoca grandeza dignos de celebrar.
Se podría
considerar el punto culminante de lo que fue, sin ningún género de dudas, el
siglo español, así como últimas apariciones, representando un papel principal
en el escenario geopolítico, de los estados Pontificios y de algunos mini
estados italianos.
Añade que
la victoria de Lepanto fue la llave mágica que abrió de par en par las puertas
a los historiadores: el ascua encendida que comunicó su fuego a las lenguas de
los predicadores; la piedra de toque con la cual los críticos contrastaron
acontecimientos similares; luz superior reveladora de enigmas para los filósofos,
y finalmente la lira de cuyas cuerdas todos los poetas arrancaron los acentos más
variados y conmovedores, parecía que todas las lenguas, en impaciente
expectativa , aguardaban la primera noticia
de éxito para desatarse jubilosa en himnos de acción de gracias al supremo Señor
de los ejércitos, al héroe don Juan de Austria y su corte de generales y a todos los integrantes de las valerosas fuerzas
de la liga santa
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