Isabel y Fernando. |
DESDICHADA herencia la que recogió Isabel I de su deshonrado
hermano Enrique: la Corte, convertida por su pravedad y lascivia en un burdel;
desbordadas las pasiones en todos los bandos, estragada la moral, el Tesoro en
bancarrota; abusiva conducta de los ambiciosos cortesanos de basta epidermis,
taifas continuadoras de la obra revolucionaria del levantisco Arzobispo
Carrillo, traidores los más, que amparaban a la Beltraneja, fruto de
las liviandades de la mujer de Enrique IV con Beltrán de la Cueva. ¡Repugnante
espectáculo!.
La rendición de Boabdil.
Sin embargo, gracias a Isabel de varonil fortaleza y severo carácter, raro en su sexo, dio comienzo en los Reyes Católicos el excelso reinado que abrió a España las puertas del poder mundial, innovado con habilidad innegable y con sabias medidas coercitivas a los corruptos hábitos, colocando bien erguido el pabellón nacional con dos gloriosos hechos que admiraron el orbe entero; el descubrimiento de América y la expulsión absoluta de los musulmanes de tierras hispanas.
Castillo de Arévalo |
Beatriz de Bobadilla
Pasó los juveniles años junto a su madre, en el castillo de Arévalo, donde compartió sus juegos infantiles en estrecha amistad, que duró toda la vida, con la vivaracha niña Beatriz de Bobadilla hija del Gobernador de la fortaleza.
La
solemne boda se llevó a efecto en Valladolid, en casa de Juan
Vivero, el miércoles 18 de octubre de 1469, en el mismo lugar donde
se conocieron ambos Príncipes, mansión en que se albergaba Isabel.
Bendijo
la unión el intrigante Arzobispo Primado, Alonso Carrillo de Acuña, el mismo
que, ensoberbecido, amenazó después a los Reyes con arrebatarles el Reino, y
con palabras textuales <<hacer volver a hilar la rueca a la
Reina>>.
El Arzobispo Carrillo |
Abatieron sin vacilación y acabaron con el bandidaje, obtuvieron bravamente la victoria decisiva de Boabdil en Granada, último baluarte de la morisma, ondeando al fin en las almenas de la Alhambra la inmaculada bandera de Castilla y protegieron a Colón.
Isabel I de CastillaAlma la de Isabel, enriquecida de virtudes e inclinada a la bondad
hacía el prójimo, sufrió enormemente con la muerte de dos de sus hijos, con los
devaneos de su esposo y con las desavenencias que surgieron en el hogar
conyugal de su otra hija doña Juana.
La Reina Isabel en su lecho de muerte. |
En
los postreros instantes recibió con fervoroso anhelo los Sacramentos, y
devorada por la fiebre, expiró en noviembre de 1504, en el Castillo de la Mota,
de Medina del Campo.
Sus
venerandos restos, así como los de su augusto esposo yacen en la capilla Real
de la Catedral de Granada.
Don Fernando falleció de un ataque de hidropesía, el 23 de enero
de 1516, después de haber casado nuevamente, a los cincuenta y tres años, con
doña Germana, condesa de Foix, que rayaba en los diecisiete años de edad.
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