viernes, 9 de diciembre de 2022

EL ANTIGUO IMPERIO BIZANTINO


 

La parte oriental del Imperio romano que sobrevivió a la caída de occidente en el siglo V a.C., su capital fue Constantinopla la actual Estambul en Turquía, su duración se prolongó hasta la toma de esta por los Otomanos.



Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio romano de Oriente   después que Constantino I el Grande, siendo el primer emperador cristiano que fundara en él lugar de la antigua ciudad de Bizancio dándole su propio nombre..



De forma gradual la desarrollarla  hasta convertirla en una verdadera capital de los primeros romanos orientales, es decir de aquellas áreas del Imperio localizadas al suroeste de Europa y de Asia, así como en la parte noroeste de África, también incluían los actuales países de la península Balcánica, Turquía occidental, Siria, Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más oriental de Líbano.



Los investigadores la han llamado Imperio Bizantino, según el antiguo nombre de su capital Bizancio,  o también Imperio Romano de Oriente, pero los coetáneos y en la terminología de la época era simplemente Roma, y sus ciudadanos eran romanos.

El Imperio regido por un Emperador (en griego, basileus), sin una constitución  formal, lentamente formó una síntesis a partir de las instituciones tardorromanas del cristianismo ortodoxo  y de la cultura y lengua griegas.


El Emperador Constantino estableció las bases de la armonía entre las autoridades eclesiásticas y las imperiales que duraron a lo largo de la historia del Imperio.



Estas normas incluían la creación de un sistema monetario basado en la moneda de oro llamada el SOLIDUS ÁUREO, ésta perduró  hasta la mitad del siglo XII.



La prosperidad de los siglos IV, V y VI, hizo posible la adhesión de antiguos condados, las grandes propiedades las dominaban el mundo rural, si bien los elevados impuestos, tuvieron como consecuencia el abandono de la tierra pero la agricultura permaneció como principal fuente de riqueza del Imperio.

La corona y la iglesia adquirieron grandes territorios convirtiéndose de este modo en los mayores terratenientes del Imperio.



Una regulación imperial sobre la pureza y suministro de los metales preciosos, al igual que sobre la organización del comercio y la actividad artesanal caracterizaron la vida económica. 



El Emperador Justiniano I y su esposa Teodora intentaron restaurar la antigua la grandeza y los límites geográficos del Imperio Romano entre el año 534 y él 565, reconquistaran el norte de África, Italia, Sicilia, Cerdeña y algunas zonas de la península Ibérica. Este esfuerzo, junto con los importantes gastos contraídos por las guerras, la construcción de edificios públicos majestuosos, iglesias como la e Santa Sofía de Constantinopla, agotaron los recursos económicos del Imperio a la vez que distintas plagas diezmaron su población.         

                                                  


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