Márquez de Santa Cruz
Muy magnífico señor:
Sabedor de cómo os halláis en la
ciudad de Barcelona para mandar contra los infieles berberiscos la armada de galeras que se prepara
en aquel puerto, os envío al virtuosismo fray Antón de Villaescusa con estos
escritos que he redactado en su Casa de Misericordia de Gibraltar, donde en los
postreros días de mi vida fui acogido
viejo, enfermo y casi moribundo, por la claridad y piadosa generosidad que
pilares son de su santa congregación.
Si he determinado ofrecer este postrer legado
a Vuestra Excelencia, no ha sido porque el infortunio haya segado la vida de
todos mis parientes – que los tengo,
aunque ellos me crean muerto e
ignoren todo cuanto me ha acontecido- sino como reconocimiento y remuneración
por el favor que en mi juventud recibí de su excelencia, don Álvaro de Bazán,
vuestro egregio, que Dios tenga en su Santa Gloria, el cual pagó rescate por mi
redención cuando cautivo estaba en Tetuán.
Esperando ardientemente que el Altísimo tenga
a bien sacarme pronto de esta cárcel corporal y conducirme hasta su divina
presencia, donde habré de ser juzgado por los pecados que cometí en esta vida,
pongo fin a este escrito reiterando mi eterno agradecimiento a quien tanto bien
me.
En la ciudad de Gibraltar, a
dos días del mes de diciembre de mil quinientos setenta y siete años.
Muy magnífico señor
Besa las manos de Vuestra Excelencia
Su servidor Juan Pedroche
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