jueves, 26 de marzo de 2020

CUENTO IX JUEVES DÍA 26 DE MARZO DE 2020





CUENTO NOVENO
                                      
                                               EL DIRHAM


La Moneda de al-Andalus año 760.-El emir de Córdoba mandó a  acuñar la primera moneda netamente de al-Andalus, llamada el dírham de plata. Se trata de una moneda de un peso aproximado de 3 gr. y con un valor equivalente a una décima parte de un dinar de oro, tiene una ley muy elevada ya que la cantidad de plata asciende al 99% del total.
Esta ley se mantiene hasta  que al llegar al siglo XI tenga que reducirse la aleación  ante la grave crisis económica, de modo que en este siglo se reduce la plata a un 73% y a mediados del mismo siglo llegará a un 37%,  lo que evidencia la dureza de la crisis.




La aparición del dírham de plata es consecuencia de la desaparición del dinar de oro desde el año 718, supuestamente se llega a la conclusión de haberse agotado las reservas de oro de las cecas visigodas que aún existían en al-Andalus
                          
                                         LA GUARDIA MUDA




Al-Andalus 761. Durante el mandato del primer emir omeya independiente de Damasco Abderramán I, se vio en la necesidad de tener que sofocar diversas sublevaciones, hasta advertir que su política  no daba los resultados que él esperaba,  fue excesivamente benevolente,  especialmente con  los seguidores del yemení Abdul Sabach, acérrimo enemigo de los omeyas, este casi llegó a conseguir el derrocamiento del emir en uno de los muchos enfrentamientos que tuvo que soportar por los  rebeldes  en el  propio escenario de su  Alcázar.






Pasado algún tiempo llegó  a la conclusión que su palacio no estaba bien defendido, circunstancia que aconsejó  realizar  importantes reformas en el recinto,  entre ellas amurallar el edificio y para mayor seguridad dio orden de comprar numerosos esclavos bereberes hasta hacerse con una guardia muda,  tenía miedo al chivateo que en todas las épocas hubo, significativamente fue porque estos no hablaban  árabe, que cosas tan raras ocurrían en aquellos tiempos,  lo cierto que la crónica indica que la guardia estaba  compuesta por 40.000 hombres musulmanes.

LAS PALOMAS MENSAJERAS DEL CALIFATO CORDOBÉS





El servicio de correos constituía  una de las piezas fundamentales para la organización administrativa  de la España musulmana, ahora bien del transporte de la correspondencia secular se ocupaban por lo general correos viajando a lomos de mulas, provistos de escolta, también se hallaba muy extendido el uso de palomas mensajeras, arte que los árabes aprendieron de los romanos.

En al-Andalus, el envío de palomas mensajeras era algo cotidiano, especialmente para enviar mensajes urgentes, dado que una vez orientada la paloma mensajera puede volar a una velocidad entre  80  y 60 kilómetros por hora, resulta muy frecuente el empleo de estas aves con fines militares, se solían pedir refuerzos para una batalla, se solicitaban negociaciones de paz etc.


A veces, llevaban  mensajes grabados en las plumas con signos convencionales, otras veces transportaban  un papel introducida en una de las plumas mediante una incisión longitudinal, o sujeto a la cola de las plumas. Había en la España árabe numerosos especialistas en colombicultura, dedicados a la cría y adiestramiento de palomas mensajeras, también abundan manuales sobre la cría y educación de palomas.

LA MEZQUITA  DE CÓRDOBA



En el año 786 el emir Omeya Abderramán I, superviviente de la famosa matanza  de Abú Futrús en Palestina donde los Abbasidas asesinaron a la mayoría de los Omeyas, manda iniciar la construcción de una mezquita cuya belleza y tamaño deben competir con los de la mezquita de Bagdad, va a  contar  con 12 naves  transversales  y once  longitudinales   de las cuales, la central, orientada hacia el mihrab, será la más amplia, a la que deben dirigirse las oraciones durante la celebración del Salat o plegaria de los viernes.





Al norte y como fachada principal el patio de abluciones, un muro abierto por arquerías en cada principio de nave, obra de Abd al-Rahman I que dejó sin acabar por fallecimiento,  la concluyó su hijo Hisham I , terminando el Patio de Abluciones ,  construyendo un alminar que más tarde sería destruido para dar paso al  que el primer califa omeya, Abd-al-Rahman III, mandó construir en el lugar en que hoy está la torre campanario de la catedral.



Existen ampliaciones y reformas del periodo de Abd-al-Rahman II en la primera ampliación (833-852), de Al-Hakam II (961-966 ) y de Almanzor 987 durante el gobierno de Hisham II, hijo y sucesor de Al-Hakan II, cuando su primer  ministro, Muhammad - ibn - Amir (Almanzor), fuera quien llevara la política de  gobierno , este dio las órdenes para la ampliación de la aljama cordobesa, el califa se encontraba  poco más o menos que secuestrado por él Amirí   en su palacio de Medina Azahara.     



El edificio se alza sobre los terrenos ocupados por la antigua iglesia visigoda de San Vicente que había subsistido integra hasta el año 748.

En este año los mozárabes se vieron obligados a ceder la mitad a los mahometanos.

A partir de entonces, ambos cultos se dieron bajo el mismo techo. Hasta que Abderramán compra el resto de la edificación y en doce meses construye la primitiva mezquita, desmonta y rehace las cinco naves de la iglesia cristiana y cambia la orientación y aunque aprovecha la fachada  principal, esta queda como lateral. 

El mihrab se instala en el testero sur, no orientado por completo hacia la Meca, al aprovecharse también los muros de la basílica cristiana

Ritual musulmán para poder   entrar a la aljama a la oración siendo  necesario purificar el cuerpo y el alma para ello  había dos tipos de impuridades la mayor y la menor, la primera era fácil su eliminación esta se  hacía mediante  un baño de todo el cuerpo se daba en un balsón en las inmediaciones de la gran Aljama, la menor era eliminada en unas fuentes próximas allí  se hacía el lavatorio del siguiente modo, tres veces las manos, enjuagarse tres veces la boca, limpiarse otras tres veces  las interioridades fosas nasales, echarse tres veces agua a la cara con la palma de la mano derecha, lavarse los antebrazos, primero el derecho hasta el codo, pasarse la mano mojada sobre la cabeza y cuello, llegado el caso también se lavaba la barba, había que escarbarse los oídos con un dedo y lavarlos, al final lavatorio de  los pies, primero el derecho hasta el tobillo después a la inversa,  esto resultaba todo un ritual.

En el siguiente Cuento  con el número 10 continuaré  ahora que estamos con el confinamiento por el  puto Coronavirus 


                                                                         

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