jueves, 19 de marzo de 2020

CUENTO IV VIERNES DÍA 20 DE MARZO

                                           
                                                                    CUENTO IV
                                                           


Amanecemos hoy viernes día 20 de marzo año 2020 siendo el octavo día de clausura de obligado cumplimiento con el tema del Coronavirus, son las 7,39 h. y en el termómetro de la terraza  hace una temperatura de 14º, dentro de un rato me subiré a ella, es larga y ancha, llevaré  un cuenta pasos colgado al cuello a fin de estar al menos una hora andando, ayer fueron 10.101 los pasos que dí en una hora,  y asi todos los días desde que empezó la clausura impuesta por el puto coronavirus.


Para el entretenimiento leo el periódico digital y hago algún crucigrama, pero  mi primo imaginario todos los días me dice que le relate algún histórico cuento, ahora quiere que yo  le relate cómo se formó la ciudad de Murcia, trataré de hacerlo a   mi manera y  con alguna nota de humor y cachondeo  y como no tengo mejor cosa que hacer dentro de dos horas comenzará  la  sesión.  



Un siglo largo transcurrió  desde la llegada de los musulmanes a Hispania para que Abderramán II en el 825,   bisnieto de Abderramán I e hijo de Al-Hakan II y de la Halawa su madre, ordenara la construcción y fundación de una nueva ciudad cerca de Orihuela,  resultando ser la Murcia actual, respecto al nombre de esta en  otra ocasión hablaremos, pero   fíjate primo  cómo sería aquello que la gente solía decir “mata al rey y vete a Murcia”, en esa época pocas cuentas tenían  que rendir a los que de nuevo llegaban  a  esta nueva ciudadela   era muy necesario su pronta repoblación; no existían  orígenes antiguos de esta ciudad, solo reliquias de los pueblos fenicios, argáricos, ibéricos, griegos y también de los romanos,  ya te voy contando querido primo cómo se produjo la fundación de esta ciudad. 

En el año 743 murió en la Kora de Tudmir el godo Teodomiro cuando su pacto de no agresión  con el musulmán  Abdelaziz, estaba en vigor por el Tratado de Tudmir pero  todavía faltarían más de ochenta  años para que  Abderramán II fundara  Murcia.

Pasó el tiempo ya estábamos en el año 779 cuando Abderramán I el Emigrado tomó un tremendo cabreo con el Príncipe visigodo Ardabastro de aquella Kora  a causa  de  las clásicas reyertas y malas convivencias entre musulmanes y cristianos en los feudos de estos. 
                                                               
Abderramán I se hartó y rompió el pacto de capitulación de Abdalaziz y Teodomiro, declaró la guerra ocupando bastantes fortalezas y castillos de todo el reino visigodo, desterró al Príncipe godo Ardabastro,llegando hasta Alicante y Valencia donde también  causó verdaderos estragos.
                                                                   

Transcurrido algún tiempo Ardabastro marchó a Córdoba a entrevistarse con el Emir, le habló con rabia pero respetuosamente según las crónicas,  después de dura dialéctica convenció a Abderramán I para restituir su Condado,  siendo reintegrados parte  de sus Estados.

 Cuentan las crónicas que veinte, retomando su nombramiento el  Conde de Tudmir, aquella situación duraría  bastantes años, pero  las cosas y con el paso de los años  empezaron a ponerse cada vez más tirantes; diariamente había muchas escaramuzas,  gresca continúa entre moros y cristianos  y así no era posible vivir tranquilos con tanto sobresalto diario.
                                                       
                                                             

 Ya estábamos en tiempos  de Abderramán II,  este se hartó y dijo al general Gadir ibn Malik, no me fío de los rebeldes de Orihuela, esos descendientes de Tudmir de los godos y ese yemení Abusamaj Arráez han tratado de engañarme otra vez, disponga lo conveniente para hacer una ciudad nueva de carácter militar, próximo al río, aproveche la altura del cerro de  Monteagudo que dista de Orihuela solo nueve leguas, allí construirá dos castillos y dos alcazabas, aproveche las ruinas del castro romano, es un lugar estratégico donde allí tendremos la tropa y podremos observar los movimientos del enemigo, esa será la forma más eficaz para rendir a esos cristianos visigodos de la Ariola  del Ravenate.
                                                                 
                                                               
 No se entretenga en construir la nueva ciudad en los llanos espartarios, aquí en este lugar señalándole con el dedo índice de su mano derecha, será el lugar de la  futura y nueva ciudadela.
                                                             
Lleve todo el personal necesario,  eche mano  para la construcción a gentes de Cieza, Ricote, Caravaca, Mula y Cehegín, no lleve gente de Jumilla, estos son muy aficionados al vino y su consumo en nuestra religión es mortal pecado, enturbia el entendimiento y enaltece los ánimos,  no es mi  deseo contaminen a mis tropas y adquieran afición a tan nocivos bebedizos, ya tengo experiencias con la  gente de Montilla y estas dos ciudades riman en sus nombres, por algo será, además las dos poblaciones son cultivadoras de  generosos y buenos caldos vinícolas

                                                           
                                                                    
   Puede echar mano en caso de urgente necesidad a gentes de Lorca,  escuche bien, no  olvide decir a los alarifes que quiero una ciudad a la moderna, nada de chapucerías pueriles, hay buena tierra el sol calienta pero no achicharra, hace falta captación y buena distribución de las aguas del río,  haced una gran red de acequias, azudes,  azarbes y aceñas de modo que permita el riego de todas esas zonas desérticas y espartarías, nosotros haremos de estos inhóspitos páramos verdaderos vergeles, después se repartirá el terreno en régimen de tahúllas. (En Almería, Granada y Murcia medida agraria para definir tierras de regadío, equivalente cada una a 1.118 m2.).
                                                           
                                                                   
En nombre de Alá cambiaremos la faz de esa  de blancuzca tierra que solo produce esparto, habrá riqueza y trabajo obtendremos los mejores árboles frutales de todo el orbe, cosecharemos  verduras en cantidades exorbitantes, eliminaremos  esa insana costumbre en consumir carnaza de cerdo,  haremos un murallón y malecón para la contención del agua del río que impida que las riadas alcancen a la ciudad, esta se rodeará con fuertes y altas murallas y en el castillo Monteagudo tendremos la soldadesca.

Pronto empezaron a  cumplimentar las órdenes del emir cordobés Abderramán II, inaugurando la ciudad en el  año 831, según unos historiadores, mientras para otros fue un 25 de Abril del 825, cualquiera sabe ahora con exactitud la verdad, lo cierto que se les descompuso  la cara a los de Orihuela cuando vieron se les cortaba la chorrera de la abundante agua y las protestas cartageneras reclamando sus derechos a capital de la comarca.


  Con el paso del tiempo se repobló la ciudad de tal modo  que no fue  nada fácil la convivencia ya empezaban a coexistir hasta  tres religiones  revueltas entre cristianos, musulmanes y judíos, habían muchas desavenencias diarias  sobre todo  con los cristianos, estos  eran gentes tercas, insumisas e inconformistas y también  muy provocadoras, les llamaban mozárabes su temperamento siempre fue rebelde,  sus modales groseros y toscos,  entraban a sus mezquitas que ellos les llamaban iglesias hablando en voz alta cual si fueran lugares de recreo y conversación-

Cuando llamaban  la oración lo hacían mediante redoble de campanas produciendo fuertes ruidos en la casa y en la calle que te hacían dar unos tremendos sobresaltos.



Lo nuestro era oír la  sosegada y dulce voz del almuédano llamando a la oración y rezo, no obstante llenos de paciencia  y consentimiento íbamos sobrellevando todo aquello, no se podía aguantar que en nuestra cara dijeran que Alá y su profeta Mahoma fueran unos falsarios, siempre estaban liados con insultos profiriendo multitud de disparates.  


Solo tenian una mujer de modo que cuando veían a la del prójimo se le ponían las orejas encanutás.



Bueno querido primo que ya se va  aproximando  la hora del bálsamo de Fierabrás y de la bacía del  barbero que fue confundido con el yelmo de Mambrino y ahí te dejo que mañana será otro día.         

                                                             

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