En el año
408 se produjeron las primeras invasiones germanas de los diferentes pueblos del norte europeo, más bien conocida como la invasión de los Barbaros del Norte que irrumpe
en el Imperio Romano; por las Galias anduvieron a sus anchas estas corrientes germánicas
hasta que cruzaron los Pirineos e hicieron su entrada en la península Ibérica.
El
Imperio Romano se encamina hacia su recta final a partir de esta fecha y Roma se
convierte en capital nominal de un estado poco más o menos inexistente.
El Imperio iniciado por Augusto el 27 a. de C. dominó todo el mediterráneo y los pueblos convertidos entre Mesopotamia y las Islas Británicas, no sin antes sufrir numerosos conflictos entre (192 y 283), los tumultos, guerras y disputas, barraron del trono a 29 emperadores.
Reestructurado el Imperio en el 286 se dividió en el Imperio de Oriente y Occidente , ambos imperios gozaron de paz y prosperidad cerca de doscientos años pero a partir del siglo III d.C. empezó a mostrar algunas grietas, mientras la otra mitad, es decir Bizancio florecía, siendo reconstruida la brillante Constantinopla que reemplazó a Roma como capital del Imperio.
Una vez salido de las aguas moribundas del antiguo Imperio, vino a nacer otro nuevo ciudad que duraría otros mil años, sus súbditos hablaban griego en vez de latín, fue Constantino el Grande uno de sus más brillantes personajes, siendo el primer emperador en detener la persecución del cristianismo y de establecer la libertad de culto y demás creencias religiosas en el Imperio con el Edicto de Milán en el año 313.
En Hispania en el 406 ya se había producido la invasión de vándalos, alanos y suevos y un año después las legiones romanas habían abandonado Britania, mientras tanto los godos avanzaron hacia Roma que asaltan en el 410 y Alarico la saquea, teniendo que sufrir la decadencia del poder central por la ineptitud y abandono de los emperadores de aquella época.
Aquí en la piel de toro peninsular entraron,
vándalos, suevos y alanos, las dos
primeras corrientes migratorias se establecieron en la Gallaecia, los Alanos en la Lusitania y la Cartaginense; mientras los Vándalos silingos en la Bética, (VANDALUCIA), si bien
Cástulo perteneció al reino de los Alanos, sufriendo las mismas y grandes
devastaciones que las demás ciudades por donde fueron pasando los hordas invasoras.
Con esta anarquía
termina el caudillo Visigodo Eurico, que impone en la península la paz, dando comienzo
la Monarquía Visigoda con Recaredo a la cabezo y fundador del reino católico de Toledo
(586-601).
La caída de Constantinopla en mano de los turcos otomanos fue un hecho histórico que puso fin al último vestigio del Imperio Romano de Oriente y que marcó el fin de la Edad Media en Europa en 1453, cuando un enorme ejercito turco-otomano atacó los muros de la ciudad cristiana de Constantinopla viniendo a dar el golpe de gracia al moribundo imperio bizantino.
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