miércoles, 26 de abril de 2023

ALMANZOR EL VICTORIOSO

 

                            

Cuando el califa al-Hakam II accedió al trono en 961, Mohamed ben Abd Amir contaba con 21 años de edad, ya llevaba unos cuantos años estudiando con los mejores profesores de Córdoba, adquiriendo importantes conocimientos que más tarde le dieron  la posibilidad de realizar otras posiciones que llegaron a ser altamente  guerreras hasta el extremo   que le otorgaron el reconocimiento y sobrenombre de El  Victorioso, consiguiendo una fulgurante carrera en la administración califal.

El 22 de febrero de 967 fue nombrado intendente de los bienes de los hijos del califa,  siete meses más tarde  era el director de la ceca y a finales, de 968 se le otorgó los cargos de tesorero y curador de sucesiones, más tarde, cadí de las circunscripciones de Niebla y Sevilla.


Por fin el 11 de julio de 970 tras la muerte del Príncipe Abderramán, se le encargó administrar los bienes del joven príncipe heredero Hixam.


Esta ascensión tan rápida y la acumulación en sus manos de cargos tan diversos e importantes explica  en parte la protección de la favorita del califa Sub, la Vascona Aurora en cristiano, madre de los dos únicos hijos de al-Hakam II.



Cuando logró entrar en palacio aprovechó todas las ocasiones que se le brindaban para poner de manifiesto sus virtudes respecto a las funciones que le fueron encomendadas, siendo estas sobradamente realizadas a satisfacción,  hasta el extremo que llegó a ser amante de Subh la vascona,  siempre puso de manifiesto toda su valía y sus muchas virtudes y cualidades  hasta el extremo  que le abrieron la puerta del gineceo, Almanzor tuvo la habilidad  de saber satisfacer a  todos los caprichos de las mujeres del harén, creo que en aquella época se puso de moda aquel refrán que dice:

 “El que buen carajo tiene, bien seguro va,  y bien  seguro viene”, siendo posible que haya algún modus variandi en la traducción del árabe al cristiano de  este popular dicho ciudadano.

Hizo cincelar incluso un pequeño palacio de plata para su amante Subh,  que llegó a despertar la admiración de toda la ciudad de Córdoba.

A consecuencia de una denuncia  sobre malversación de fondos,  se vio obligado a rendir cuentas, pero su amigo el visir Ben Hudair, suplió el déficit de su caja, pero este incidente no disminuyó la confianza de al-Hakam y en 972  elevó a Almanzor a la magistratura, siendo uno de los principales dignatarios del Estado.



Las dotes de mando y literarias demostradas  por el Amirí durante la etapa de formación le valieron para adquirir en escaso tiempo la confianza de los miembros más importantes  del califato, siendo el preludio anunciador  de la total confianza, llegando a formar parte de la corporación política del Estado.

La biografía de Almanzor está rodeada de tal cúmulo de acontecimientos de todo tipo que, resulta difícil separar lo legendario de los argumentos estrictamente históricos.

 Como servidor del Estado trajo a al-Ándalus  honor,  fama, gloria y prosperidad económica.

 

       


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