LAS RUINAS DE NUMANCIA
Población de Garray
Garray
queda a la vera del agua de los ríos Merdancho y Tera que van a acaudalar al Duero, formando con sus
valles un foso sobre el que se levantó la meseta irreductible de Numancia,
habitada desde los tiempos prehistóricos
y ciudad grande en la Celtiberia prerromana, donde Arévacos, Pelendones, Titos
y Belos se concentraron frente a las legiones romanas poniéndolas en jaque.
Ruinas de Numancia
Estamos en
el epicentro de la antigüedad soriana y no se pueden visitar estas ruinas sin
una cierta emoción, aunque los celtiberos nos queden lejanos y nosotros seamos
más que los herederos de su resistencia contra el destino y la Historia.
Río Merdoncho
Los resultados de su estrellamiento contra palabras tan gruesas no hay más remedio que llegar al convencimiento que aquí se consumió una buena dosis de dignidad humana y de amor a la libertad, o a la identidad propia.
Lo que hay son campos
soledad, pero los arqueólogos se han dado maña para ayudar a nuestra imaginación y para que
veamos lo que no es visible.
A quien
visite Numancia le aconsejaremos que primero se haga con una buena fotografía aérea
de la pequeña meseta porque así entenderá mejor esos muretes arruinados que
fraccionan el terreno y esos pocos restos de columnas, mosaicos o sillares que
quedan y aun le aconsejaremos que lea atentamente el libro de Schulten o el resumen de sus noticias y de las investigaciones propias que da Taracena y Tudela en
su guía de Soria.
LAS
RUINAS DE LA ANTIGUA CIUDAD
La parte
excavada de la ciudad sugiere la forma de un óvalo, si bien queda un trozo
raso, de modo que la parte más larga del terreno excavado tiene la forma de
cubierta de un navío. La ciudad debió tener unos 310 por 720 metros, según Taracena,
limitándose al Cerro por el Norte y el Este y bajando a mitad de ladera por el
lado opuesto.
Rio Tera.
Schulten
la estima en un ámbito de hasta 93 hectáreas, acogiendo poblados periféricos, pero
piensa que su núcleo defendido y
fortificado debió reducirse a poco más d
siete hectáreas.
Hoy el
profano confunde las ruinas de la primitiva ciudad celtibérica y de la ciudad
romana que al final de las guerras de Sertorio, volvió a reconstruirse sin
llegar a tener el esplendor relativo de su antepasado.
No vamos
a entretenernos en dar precisiones sobre la guerra de Numancia, que el lector
puede encontrar donde acabamos de indicarle.
Escipión
Sabido es
que Numancia tuvo en jaque a varios y sucesivos cónsules y generales romanos y que
hubo de venir a domarla el mismo Escipión que destruyó Cartago.
Los seis
campamentos que este organizó para el sitio
han sido excavados y demuestran la paciente y decidida voluntad del general, que
hubo disciplinar a sus tropas imponiéndoles una severidad extremada.
No eran
los fieles celtiberos sorianos tan bárbaros como los pintan sus enemigos. Vivian
con sobriedad pero con holgura.
Sus
espadas largas y templadas eran mejores que las romanas. Sus atavíos de guerra
muy lucidos; sus viviendas regulares, construidas sobre base de piedra con muros
de entramado vegetal rellenos de cantos de ladrillo o de adobe como aún se
usaba en Soria un siglo atrás.
La organización
hubo de ser como para batir y guerrear frecuentemente durante treinta años a las legiones
romanas con sus máquinas de asalto, tras asalto, y obligar a Escipión a una táctica
de desgaste y aislamiento, eludiendo el ataque frontal, bien es sabido que cuando
la ciudad se vio desasistida y agotada decidió la autodestrucción por el fuego,
practicando los habitantes el suicidio colectivo, como han demostrado los
huesos y los útiles calcinados que en
abundancia, aparecieron en las excavaciones.
Parece
que Numancia albergaba en régimen de paz unos ocho mil habitantes; que viene a
suponer la mitad de la Soria de los años
70
del anterior milenio, fecha que Dionisio
Ridruejo, escribe estos comentarios en su guía de Castilla La Vieja.
Los ejércitos
romanos por su parte llegaron a acumular cuarenta mil hombres y más Sus
campamentos excavados se pueden ver al Sur en Peña Redonda, donde se reconoce
el campamento máximo; al norte en Castillejo, donde parece haber estado el que
hoy llamaríamos el Cuartel General romano
de Escipión. Otros campamentos de los que quedan indicios se sitúan en Valdeborrón
al este, al nordeste, La Dehesilla y Alto Real al Oeste y el castillo
del Molino al sur sobre el río Merdancho.
Otros
desplazamientos se señalan en Vega y Saledilla al noroeste y nordeste.
El abundante contenido de las ruinas de Numancia
de Soria. El espectáculo del cerro es incorporado, con su dilatada apertura de
horizonte y su melancolía de memorial.
Se alzan
allí un par de pequeñas construcciones y un obelisco que tiene los nombres de Retogenes y de los
otros régulos y caudillos numantinos.
A poca distancia queda la base de otro que vino quedar sin montar; los hallazgos que entre las ruinas podrá hacer un profano son bastante pobres.
Aquí fue el templo, allí
el Foro, más allá se ven claras las calles y las áreas de habitación del poblado
celtibero, bastante regular, cuyo trazado repitieron, sobre poco más o menos,
los romanos.
La
localización de Numancia sufrió dudas entre el siglo VII, en que se conoce un
testimonio, y el comienzo del siglo XVI, en que Antonio de Nebrija vuelve a
precisarla.
Después de los sucesivos trabajos de Savedra, Taracena y Schulten, cuando se sabe de ella tiene rigor científico
Bibliografía consultada Castilla La Vieja por Dionisio Ridruejo
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