sábado, 15 de noviembre de 2025

ASESINATO DE UN INQUISIDOR

 

Zaragoza, 15 de septiembre de 1485. El Inquisidor General de Aragón Pedro de Arbués, es apuñalado por unos conversos, mientras está orando ante el altar mayor de la catedral.

Este crimen cuesta seiscientos florines de oro a sus instigadores, el asesinato se convierte en un acto de suicidio en masa de los conversos de la Corona de Aragón, al tiempo que acaba con la oposición aragonesa a la instalación de la Inquisición.

La diferente organización política de Castilla y Aragón dificulta la implantación del tribunal de la Inquisición  en este último reino a pesar del antecedente de 1278.


Fernando el Católico ha de hacer frente a una fuerte oposición de la mayor parte del pueblo, y sólo puede implantar el tribunal por un acto de fuerza.

El 17 de octubre de 1483, nombra a fray Tomás de Torquemada inquisidor general para Castilla, Aragón y Valencia. Esta medida unificadora, provoca la protesta de las cortes de Aragón, reunidas en Tarazona, e incluso el levantamiento de ciudades como Teruel.

Aprovechando estas disputas, la comunidad de los conversos aragonesa cree que ha llegado el momento para una acción expeditiva. Sin embargo las consecuencias del asesinato de Pedro Arbués resultan totalmente contrarias a lo que se esperaba.

En vez de finalizar las discusiones con la marcha de la Inquisición de Aragón estás  concluyen con la total aceptación del tribunal, que se impone en la Corona de Aragón con la sola protesta de Cataluña.

El crimen, instigado por una serie de ricas familias conversas, sólo consigue desatar las iras populares contra estos, y contra el resto de conversos del reino, así como contra la comunidad judía.

Los asesinos fueron arrastrados por la calle y descuartizados en autos de fe entre junio y diciembre. Pronto la Corona de Aragón se convierte en escenario de la represión, tanto política como religiosa, contra judios y conversos.

                                                                                  









Los asesinos fueron arrastrados por la calle y descuartizados, en autos de fe entre junio y diciembre. Pronto la Corona de Aragón se convierte en escenario de la represión, tanto política como religiosa,  contra judíos y conversos.

 

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