sábado, 11 de marzo de 2023

CUENTO II DEL DIALOGO JOCOSO ENTRE DOS RIOS

                      


La ciudad fue creciendo con inusitada celeridad  tanto que a través de los tiempos tuvieron que ponerle al menos once o doce  puertas, más abajo las indico,  si bien las he tenido  que consultar con las actas capitulares y un traductor arabista, han resultado alguna más de la docena,  no es fácil mantenerlas en la memoria del  caletre, máxime  ahora  en esta edad cuaternaria, ahí van:  una por una, Bab-al-Wadi, Bab-Aljadra, Bab-Alhadid, Bab al-Chabbar, Bab-Arrumia, Bab-Thalabira, Bab-amir-al-Quarysi, Bab-Bathalius, Bab-Ishibiliya, Bab-al-Yahud, Bab-al-Atarin,  Bab-al-Yawz, Bab-al-Yacira,  también hicieron una más que servía  para desplazarse el emir  desde su palacio a la Aljama. 

Hicieron jardines, parques  y paseos donde se percibían aromáticas fragancias a hierbabuena, lavanda, tomillo y romero, jazmineros como príncipes de amaneceres tempraneros, mirtos, cipreses  y arrayanes, abundaban las plantaciones aromáticas deleitando al transeúnte callejero, letrinas públicas para  hombres y mujeres  en evitación de la micción y evacuación estomacal  en las calles del urbanismo, una delicia  suponía dar un plácido y sosegado paseo por la ciudad.

Hubo infinidad de baños para  refrescarse del tórrido calor canicular veraniego, construyeron infinidad de  pequeñas mezquitas, así como  el nuevo Alcázar, no estaba bien  que el emir permaneciera mucho tiempo en  aquella tosca y antiguo palacete visigodo de la Arruzafa,  fuentes de fresca y cantarina  agua, las hubo una a cada tres pasos, siempre bajo la protección de higueras y granados, así como  de naranjos y limoneros. 


Esto era el no va más de la modernidad y el progreso, todo empezó a crecer y a funcionar  de tal manera que se fue  haciendo una ciudad grandiosa, pero como siempre hay inconformistas, salió un jovensuelo guerrerillo de la sierra de Ronda y tuvo en jaque mate a todo un emirato cordobés.. 



En el Cuento siguiente te contaré algo de este joven llamado Omar Ben Haffsun, hoy doy  por finalizado esta pequeña historia a modo de cuento  con el número dos.                  

                                               



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