EL TEMOR A LA LEPRA
Año 1.200.
El espectro de la lepra extiende de nuevo sus funestas sombras sobe Europa,
después de casi diez siglos en que apenas se habían detectado casos de esta
enfermedad.
Con el
fin de evitar la propagación de la epidemia, se ha recurrido a la creación de
centros especiales para leprosos, en dichos centros compuestos de capilla. Cementerio
y una cantidad variable de barracones que hacen a veces de
vivienda, se aísla a los enfermos, a la vez a la vez que se les presta atención
necesaria.
En España
donde no faltan los que ven en esta
epidemia un castigo divino, la lepra hace estragos principalmente en los reinos
del norte. Desde la aparición de la primera leprosería hispana, fundada en
Palencia en el año 1067, se han multiplicado los centros para leprosos en
Castilla, León, Aragón, Cataluña y Navarra. Además en todos los reinos se han
adaptado leyes conducentes a prevenir el contagio.
Se
obliga, por ejemplo, a los leprosos a vivir lejos de los sanos, a distinguirse
mediante el uso de unas vestiduras especiales de color gris, y a llevar siempre
consigo una campanilla para advertir de su presencia.
La
obligación de vestir ropas grises afecta también a los religiosos que atiendan
y cuidan a los enfermos, la única diferencia es que los religiosos lucen un
pañuelo rojo.
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