Toledo 1486.-
Los inquisidores de Castilla convocan a los rabinos de la ciudad, para
instarlos a denunciar a los falsos conversos, so pena de ser acusados de
complicidad y en aras de la pureza de ambas religiones.
Con esta
medida, la Inquisición pretende crear un clima de inseguridad para los falsos conversos,
paso previo antes de proceder contra los judíos.
Dado que
la actuación inquisitorial se basa en denuncias anónimas, resulta fácil dividir
a los enemigos de la Inquisición.
A partir
de la petición a los rabinos abundan las
denuncias contra conversos, supuestos judaizantes que en su mayoría son personas
ricas y bien situadas. Esta situación concluye un largo periodo de tolerancia,
que había tenido en Toledo un ejemplo de convivencia entre cristianos, judíos y
musulmanes.
En un
primer momento, los judíos participan activamente en la represión contra los
conversos, con el fin de salvar su honor y riquezas, así como sus vidas. Sin
embargo poco a poco aumentan los bulos sobre los presuntos crímenes judíos contra
los cristianos, preámbulo dela persecución de que van a ser objeto.
El
enfrentamiento entre judíos y conversos viene de lejos. Algunos conversos son
los primeros en atacar a los judíos en una maniobra propia de todo neófito.
En primer
lugar, se considera que esta actitud es la más adecuada para asentar su
situación en la sociedad cristiana, al tiempo que evita cualquier recelo sobre
su conversión y aleja las posibles sospechas de ser judaizantes. Otros, sin
embargo, convertidos a la fuerza o con poco convencimiento, procuran mantener
secretamente la fe de sus padres poniendo en peligro a los judíos que les
ayudan.
Las
medidas contra los judaizantes asustan a los verdaderos conversos que optan por
emigrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario