España 1499.-
Los extranjeros existentes en la península conforman un grupo urbano selecto y
bien definido. Gracias a la reactivación de la economía española y al inicio del
intercambio entre España y el Nuevo Mundo, se instalan en España numerosos
hombres de negocios extranjeros que suplen las carencias de la nación en esta
materia, sobre todo tras la expulsión de los judíos.
Italianos
(genoveses, napolitanos y florentinos), así como comerciantes franceses y
alemanes, incrementan su presencia en España, una presencia que será aún mayor
durante los reinados de los primeros Austrias
Los
comerciantes y grandes hombres de negocios extranjeros, instalados principalmente
ciudades constituyen colonias mercantiles de acuerdo con el país de origen.
Son
colonias reconocidas legalmente por el estado en que se rigen con cónsules y
una organización propia. Colonias de este tipo se hallan en Barcelona, Bilbao,
Alicante, Málaga y sobre todo Cádiz y Sevilla. Con el tiempo la mayoría de
ellas acaban españolizándose por medio de matrimonios con los naturales del
país. Tal es el caso de inglés Fletcher, naturalizado en 1588 y nombrado
caballero veinticuatro de Jerez que sigue manteniendo negocios con su país de
origen.
Otros
linajes de procedencia extranjera son los genoveses de Sevilla como Espínola y
Centurión, o los alemanes Fúcares.
Un grupo
diferente es el integrado por los franceses, que a partir del siglo XV suplen
la falta de mano de obra que padecen grandes comarcas de Aragón y Cataluña. La mayoría
son montañeses de ls comarcas pirenaicas fronterizas con España, sobre todo
varones jóvenes y solteros junto a los temporeros que retornan a sus hogares tras concluir las
faenas de la recolección. Existe un amplio grupo de artesanos y comerciantes,
que recorren el país de forma itinerante como carpinteros o albañiles, muchos
de los cuales acaban po instalarse definitivamente.
A partir
de 1518 aumenta la presencia extranjera e interesada de Carlos I que favorece
sobre todo a los flamencos. Aunque la mayoría se integra en el país, su
presencia provoca la protesta de las cortes castellanas en diversas ocasiones (1528,
1532, 1537), al ver cómo se apoderan del monopolio de importantes industrias
como la de la seda granadina.
Además
los extranjeros se convierten en unos banqueros imprescindibles para la corona,
qe nunca sabe cómo devolver los préstamos que se le hacen.
La falta
de liquidez de la corona pone en manos extranjeras importantes industrias y
recursos indispensables para el futuro desarrollo económico del país.

