Jaime I
de Aragón convoca Cortes en la ciudad de Valencia, en las que declara
territorio valenciano independiente, tanto de Cataluña como de Aragón poniendo
así fin a una larga disputa. La disputa del reino de Valencia se realiza
mayoritariamente por nobles aragoneses, que ven en esta iniciativa militar la
respuesta a sus problemas económicos.
Los
catalanes sólo pueden participar en la conquista de la zona costera del
territorio. Al concluirse la ocupación efectiva de Valencia tanto catalanes
como aragoneses desean imponer en el territorio fueros, fueros usos y
costumbres propios de su tierra de origen.
Para
concluir la disputa. Jaime convoca las Cortes, y erige Valencia como territorio
autónomo. Tal postura le vale la enemistad de la nobleza aragonesa, que ve
perder así su posibilidad de salvación
económica.
El enfrentamiento
entre la nobleza aragonesa y Jaime I se agrava aún más por el reparto y la
división que Jaime I hace en sus dominios al incorporar Lérida a Cataluña.
Esta
decisión deja a su hijo Alfonso de Aragón con solo la corona aragonesa como
herencia (1247), es cambiada en 1250 al cederle también Valencia, decisiones
que no tendrán trascendencia ya que Alfonso muere sin acceder al trono y sin descendencia 1260. En 1264, lo
nobles aragoneses resentidos con Jaime I por la cuestión de Valencia y por la
preferencia que parece mostrar el monarca hacía Cataluña, alegan su ayuda para
luchar contra los musulmanes que se han sublevado en Murcia contra Alfonso X de
Castilla. Para acceder a consentir las peticiones de Jaime I, los nobles
aragoneses presentan dos demandas alternativas, o que se retorne Valencia a
poder de Aragón o que se impongan los fueros aragoneses en ese reino.
Esta
respuesta no satisface ninguna de ambas demandas, pero presenta una solución:
Jaime I concede que los nobles aragoneses, con posesiones en Valencia puedan
ser juzgados según el fuero de Aragón favorable para ellos y no según el
impuesto por el rey de Valencia.
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